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Fernando Ruiz, bogotano de nacimiento, se declaró sorprendido al empezar, de un momento para otro, a hablar con acento venezolano.

«Ya me había pasado antes que se me pegaba el acento al visitar otra ciudad. Por ejemplo, al ir a Medellín termino diciendo ‘gonorreaome’, o ‘eche, cuadro, no joda’ al pasar unos días en Barranquilla, pero jamás me había pasado que se me pegara un acento sin salir de Bogotá».

Ruiz no solo comenzó a usar expresiones del hermano país como «no seas ladilla», «te va a morder un peluche» o «esta jeva», sino que comenzó a defender la idea de que la arepa es venezolana. Una semana después, cambió la vestimenta y comenzó a usar liqui liqui y a tomar clases de joropo y arpa llanera.

«A lo mejor es por estar escuchando a tanta gente en la calle con acento venezolano. En los centros comerciales, en la calle, en el bus, en todos lados se encuentra uno a venezolanos rebuscándose un trabajo, porque por allá la vaina está pelua», afirma Fernando sin sentir ninguna molestia por esta situación. «Me he vuelto un chamo más fresco», comenta.

Su padre, que es muy conservador, está preocupado con esta situación: «Tanto escucharle decir al doctor Uribe que a Colombia se iba a meter el castrochavismo, para que el problema empezara en nuestra propia casa».

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