Luego de la muy comentada renuncia que le presentó a Martín de Francisco y Santiago Moure, el carismático Carlos ‘Cerdo’ Molina tuvo que beber un verdadero trago amargo. Esto tras conocerse el No por parte del Invima a la licencia que solicitó para su nuevo proyecto. “Estos desgraciados me cogieron de Marrano”, afirmó, molesto y categórico.
Y es que Molina estaba listo para darle un giro a su vida debutando como emprendedor con una línea de productos ‘de cerdo’, dirigida al público centennial y comprometido. Era un completo repertorio que tendría como diferenciador ofrecer todas las características de los productos de origen porcino pero sin mediar maltrato animal alguno y mucho menos, sacrificios. “Iba a ser el rehit entre los jóvenes veganos, obsesionados por el consumo consciente”, afirma Maca Valenzuela, mentora del otrora referente de la tv nacional.
El catálogo incluía manteca orgánica ‘de cerdo’ -obtenida tras periódicas liposucciones a Cerdo, en procedimientos que no le causan dolor alguno, sino todo lo contrario-, chicharrones ‘de cerdo’ -es decir, la posibilidad de acompañar a Molina a, por ejemplo, renovar su RUT-; aliento ‘de cerdo’ -que no era nada distinto a tenerlo en la casa o en la oficina animando permanentemente a estudiantes o empleados para cumplir sus metas- e incluso, leche ‘de cerdo’. Con esta última se tenía previsto entrar a competirle a la de tigre en el segmento de los restaurantes de cocina asiática.
Ante la negativa para ser titular de la denominación de origen ‘de cerdo’ y la proximidad de los gastos inevitables de la temporada de fin de año, a Molina parece no quedarle más remedio que, gracias a su protuberante abdomen, ofrecerse como Rappi-Papá Noel en la modalidad por horas, ideal para restaurantes y centros comerciales de mediano y bajo perfil.