Un hecho inesperado se presentó en el primer día de la implementación de los vagones exclusivos para mujeres en TransMilenio. Estefanía Romero, una mujer de 23 años, denunció que fue manoseada morbosamente en el vagón delantero de la ruta J23, en el que, paradójicamente, no había ni un solo hombre.
«El bus iba normal, o sea, repleto hasta el techo. Yo iba muy tranquila porque los hombres sólo viajaban atrás, pero de un momento a otro sentí que me tocaban la cola muy feo». La joven, estudiante de enfermería, dice que no pudo saber quién la tocó, ya que buscó con la mirada a un hombre, pero estaba rodeada por mujeres, tal como establece la nueva medida.
La teniente Yolima Rada, que viajaba encubierta en el bus, comentó que fue imposible saber quién había manoseado inapropiadamente a Estefanía. «Ella comenzó a gritar que la estaban manoseando, paramos el bus en la estación y buscamos a ver si había algún tipo colado en la parte de adelante, pero sólo habíamos niñas». Al preguntarle si no sospechó de alguna pasajera, la teniente respondió: «las mujeres no hacen eso». El protocolo indica que se debe revisar a todos los hombres del bus, pero no a las mujeres.
Este hecho es un revés a la decisión que se tomó a raíz de las denuncias de acoso dentro de los articulados, pues a nadie se le había cruzado por la mente que una mujer también pudiera tener ese tipo de aberraciones. De volverse a repetir algo semejante se tomarían medidas más drásticas, como la instalación de dispensadores de burkas en las estaciones más concurridas.
En los vagones para mujeres pueden viajar niños y hombres en situación de discapacidad, que serán vigilados de cerca para que no se dejen llevar por sus hormonas.
El alcalde Gustavo Petro fue consultado sobre este hecho, pero en su respuesta, de 40 minutos, no contestó nada relacionado con el caso.
Debe estar conectado para enviar un comentario.