Publicado el por en Salud y bienestar, Tendencias.

Al hospital Pasteur de la población tolimense fue trasladado Salvador Contreras, luego de sufrir una descompensación interna seguida de fiebre por el alto número de picaduras de jején que padeció en la tarde de ayer mientras, en compañía de unos amigos, se adentró en una zona pantanosa con la excusa de llevar a cabo un acto de «reparación con los mosquitos» y de «homenaje» a todos los caídos en la, según él, «brutal y absurda guerra criminal de exterminio librada por Occidente contra el Aedes Aegypti con la ridícula excusa de controlar el virus del chikunguña».

Lo que llamó la atención del personal del centro asistencial fue que este, no obstante su estado de salud, lucía una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

Indagado por su extraña actitud, esto respondió: «Es que es un verdadero privilegio poder establecer esta comunión entre mi organismo y el de estos tiernos mosquitos. Siento una sensación de plenitud que no te la puedo describir luego de saber que he sido alimento para tantos seres vivos que gracias a mi sangre podrán prolongar su existencia. Saberme eslabón de una cadena tan maravillosa como la alimenticia me hace sentir un ser privilegiado dentro del cosmos».

Añadió que no ha habido una especie tan perseguida por el hombre como esta variedad de mosquito. «El hombre occidental en su infinita prepotencia le ha declarado la guerra y para ello no ha dudado incluso en usar armas químicas de destrucción masiva como el insecticida o los repelentes hasta tenerlo al borde de la extinción. Desde nuestra ONG estamos liderando una demanda contra las multinacionales químicas que los producen por genocidio», explicó.

«Si, claro que siento las picaduras. Pero todo está en la mente que es muy poderosa. Tú decides si sufres por ellas o si transformas ese sentimiento en una vibra de unión con las especies, en una senda de unión y fusión espiritual con tus hermanitos menores alados y así, de una vez, con toda la pachamamita», concluyó.

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