La emergencia ambiental por contaminación que padece Bogotá no solo trae ojos irritados, enfermedades respiratorias y cardiovasculares. La innovación y el emprendimiento también tienen un espacio entre las nubes de humo de la capital.
El ingenio de Tati Serrato y Felo Moreno, dos empresarios de la economía naranja, encontró una oportunidad de negocio que les ha traído grandes ganancias a través de una franquicia de bares de oxígeno en la zona rosa de Bogotá.
«Un día llegué a mi casa y al desmaquillarme me quité una gruesa capa de hollín», comenta Tati. «Tenía los ojos súper rojos y un dolor de garganta tenaz. La camisa blanca tenía el cuello negro como si hubiera estado en un asado o haciendo mountain bike, pero lo peor fue que me faltaba el oxígeno, como a mi abuelo, que usaba un respirador, y ahí se me prendió el bombillo», explica la innovadora.
Su amigo Felo la ayudó a conseguir recursos con varios amigos, dueños de locales de entretenimiento nocturno y de alquileres de equipos médicos. Registraron la marca «Bogotá mejor para tO₂», uniendo el slogan de la alcaldía con el símbolo químico del oxígeno.
Por $50.000 la hora, «los visitantes viven una experiencia totalmente nueva para un bogotano, como es respirar aire puro. Tenemos aire limpio con aromas como pino o pasto mojado. Algunos de nuestros clientes han llorado de la emoción al recordar los olores de su infancia», explica Felo Moreno.
Desde el lanzamiento del primer bar, ya han recibido más de mil millones de pesos de inversionistas para abrir en todas las localidades de Bogotá, imitando el esquema de expansión de Tostao o D1. Al preguntarle a Moreno si no temen a la competencia, afirma, despreocupado: «La única competencia que teníamos eran los árboles, pero ya no hay y los que han sembrado tardarán décadas en filtrar el aire».