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Consternados están los habitantes del Barrio La Santísima Trinidad de Medellín por el abrupto cierre de su Iglesia Cristiana ‘Aquí te robamos… del infierno”. En el local en el que funcionaba se inauguró ayer una tienda de la cadena D1.

Según testimonios de los vecinos hace algunos días lanzaron ‘panfletos’ debajo de las puertas donde anunciaban esta decisión «que parece salida del Juicio Final».  “Esto es un completo atropello, nos va a tocar caminar dos cuadras más para llegar a la próxima iglesia”, afirma doña Salomé, quien reside en el barrio hace 20 años y a quien jamás le había tocado moverse para asistir al culto porque la iglesia le quedaba enseguida de la casa.

Don Lot, otro de los afectados, se muestra escéptico a que un D1 de frutos en la cuadra: “Nosotros no necesitamos un D1, allá pagamos por productos, en cambio en la iglesia regalábamos la plata a cambio de sanación espiritual, es más importante alimentar el espíritu que el cuerpo”, afirma con una mirada penetrante y firme. “Ahora quién nos va a despertar los domingos a las 6 de la mañana con cánticos celestiales, nos va a coger el día y Dios no nos va a ayudar” afirma otro de los vecinos.

Conversamos con las directivas de la cadena sobre esta situación.  Damian del Cuerno, director de Puntos de Venta, respondió: “D1 elige espacios amplios para poder llevar a cabo su actividad comercial, además nuestra principal estrategia es poner uno en cada esquina. En el barrio La Santísima Trinidad solo hay 9 D1, y no son suficientes para cubrir la demanda. Ese era el mejor espacio disponible. Esperamos que los feligreses se acoplen, vamos a poner unas alcancías marcadas con “Deje su donación y reciba al Espíritu Santo”, para que se vayan familiarizando con este nuevo espacio y sea más llevadero el cambio”.

El pastor de la Iglesia desde su Mercedes Benz exclamó:  “A mi los de D1 no me pagaron ningunos doscientos millones de pesos, eso son habladurías en mi contra que no tienen como probar, me parece el colmo el cierre de nuestra iglesia, me voy a robar… almas del infierno a otra parte”.

Al cierre de esta edición ya había una fila de cuadra y media en el nuevo supermercado, donde observamos a cada feligrés con un billete de $50.000 en la mano para depositarlo en la alcancía, “No nos podemos quedar sin el Espíritu Santo, perderíamos la gracia”, comentó uno de los vecinos.

Abeja Ospina, corresponsal.

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