Luego de que la Cancillería rechazara el pedido de asilo por parte de los seis cubanos procedentes de Quito, se supo que ese territorio mágico ubicado en un conocido centro comercial de la capital asumió el caso y rápidamente accedió a la petición de los foráneos.
No obstante, al enterarse de la decisión y, temerosos de terminar el resto de sus vidas a cargo de niños tan ruidosos como voluntariosos y del aseo de sus primeros pasitos en las baterías sanitarias, los protagonistas de esta historia suplicaron ser ubicados en el primer vuelo a La Habana. «Libreta de racionamiento mata plaza de comidas», concluyó uno de los involucrados.
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