Entre todas las revelaciones que incluye el reciente libro de quién fuera jefe de sicarios del Cartel de Medellín hay una que ha pasado inadvertida y que tiene que ver con una faceta hasta ahora desconocida de capo.
«¿Querés que te cuente algo bien charro? Mirá, en esa época todavía no se habían inventado nada de la ecología ni habían gentes que no le llegaran a la carne, o si había pues eran unos maricones y nadie les paraba bolas, pero mirá que el Patrón era de esos. Yo nunca le vi comer carne, cada vez que estábamos encaletados y mandaba al Limón por corrientazos, pedía que el suyo fuera sin carne y con más garbanzo», se puede leer en una de sus páginas.
Más adelante añade: «y es que no era solo lo del mecato, mirá que el Patrón desde siempre respetó mucho a cualquier cosa que se moviera, por eso fue que montó Nápoles, compró esa tierrita y en vez de limpiarla para luego echar ganado, prefirió dejarla quieta y más bien llenarla de animales raros. Él siempre me decía cada que se fumaba su bareto, ah, porque él solo bareta, nada de otras porquerías. Y me decía: hombe Berna, por mi fuera yo dejaba toda esta mierda y me dedicaba a sentarme en los atardeceres a contar antílopes, eso es lo que a mí de verdad me gusta en esta vida, lástima que me haya tocado esta guerreadera, pero es que uno no escoge el camino».
A lo anterior se puede sumar otro dato que aporta el también ex jefe paramilitar hoy recluido en una cárcel de Estados Unidos sobre un proyecto que tenía Escobar cuando fue abatido por la Policía en un tejado de Medellín en diciembre de 1993. «A él siempre le preocupó toda esa mano químicos que lleva el perico, decía que tenía que haber manera de salir con un producto natural, y mirá cómo era de visionario, decía que así garantizaría quedarse con el mercado de Nueva York por dos décadas más porque allá los jóvenes ya se estaban comenzando a fijar en esas maricadas, él sabía y quería producir lo que hoy llamarían perico orgánico», concluye.
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