Un contratiempo inesperado surgió esta mañana en la recta final del empalme entre la administración saliente de Gustavo Petro y la entrante de Enrique Peñalosa. Al parecer, el peso del ego de ambos personajes causó una falla estructural en el Palacio Liévano que obligó a su inmediata evacuación.
Hoy, por primera vez, ambos mandatarios tenían una reunión programada en el despacho de Petro «para detallitos menores, como la clave del computador, explicar la maña que tiene un cajón del escritorio que no abre fácil y advertirle al doctor Peñalosa que no se recline mucho en la silla porque le falta un tornillo -a la silla- y ya varias veces le ha pasado que se va de para atrás con riesgo de descalabrarse», informó una fuente cercana al proceso de empalme.
«De entrada hubo problemas porque no cupieron ambos con sus egos en el salón de la reunión y eso que es grandecito. Estábamos en lo de conseguir otro cuando sentimos que algo como se se rompía y ahí mismo el piso quedó todo inclinado y nos mandaron evacuar», añadió.
«Uy eso empezó a crujir esa madera del piso vírgensantísima y yo sí vi cuando el pocillo del tinto se deslizó. Si no se rompió fue porque el Freddy, el mensajero, con el que estábamos echando caja porque por estos días pocón hay para hacer me lo agarró. Imagínese el susto. Creímos que estaba temblando», declaró a este medio Ruth Villaquirán, secretaria de la subsecretaria (e) de la subsecretaría paralela para las alertas tempranas de complós (en liquidación).
«Sí, en efecto tuvimos una cuadro de emergencia estructural que nos obligó a activar el protocolo de evacuación. Al parecer el daño fue causado por una sobrecarga de varias toneladas a la altura del despacho del Alcalde Mayor que no teníamos prevista. Sus causas, aunque evidentes, no son de mi resorte, dado que yo no puedo hacer pronunciamientos de corte político», declaró el teniente Numair Silva, bombero delegado para el Palacio Liévano.
Mientras el alcalde Petro culpó del hecho a las mafias de los empalmes, Peñalosa aseguró que el cálculo estructural había sido hecho por un maestro de obra de finales del siglo XIX ‘mientras se lavaba los dientes’ y que luego, en la construcción, hubo una negativa sistemática a utilizar relleno fluido, ‘que es la machera’.
En lo que sí coincidieron ambos mandatarios es en que, en la medida en que fueron ellos los responsables, se trata de un daño estructural histórico, sin precedente alguno en América Latina y que merece el pleno reconocimiento de todo el planeta.