Una inesperada victoria se anotaron ayer los colectivos animalistas al conocerse que la arena de la Plaza de toros de la Santamaría en Bogotá fue reemplazada por caucho amarillo del mismo tipo del ahora usado en la base de los árboles sembrados en distintos puntos de la ciudad.
«Acá llegó una cuadrilla a la que le habían avisado que en la plaza, como todos saben, había arena y que tenían la orden de alcaldía mayor de echarle caucho a cualquier pastizal, tierrero o arenera que vieran en la zona», explicó el celador del coso taurino quien pidió reserva de su identidad por temor a represalias de colectivos antitaurinos radicales necesitados de la fiesta brava para sobrevivir.
«No, el jefe de la cuadrilla no era de los muchachos amigos de los animales que cada rato arriman por acá, yo ya los conozco, hasta hemos hecho aquí amistad con un par», añadió.
«No, no era un activista fanático, simplemente era un burócrata obstinado, que son peores», explicó un experto consultado.
Voceros de la Alcaldía, que se han mostrado contrarios a la realización de este polémico espectáculo han dicho que en efecto se trató de un malentendido ante el cual invitan a «reformular la tauromaquia explorando, por ejemplo, el uso de canguros cuyo modo de desplazamiento se adapta a la perfección al potencial de rebote del nuevo material».