Lo que muchos ciudadanos sospechaban se ha confirmado. La razón por la que son cada vez más las caravanas de personajes con esquema de protección que detienen arbitrariamente el tráfico vehícular no tiene que ver con su nivel de riesgo, sino con una extraña parafilia sexual.
Se trata del ‘escolting’, como se le llama al obtener grandes dosis de excitación precoital al saber que un patrullero de la policía o un escolta privado están impidiendo que particulares circulen para permitir el paso del vehículo, siempre blindado y polarizado. Tal práctica permite explorar rincones hasta ahora desconocidos del goce sexual.
«Yo al comienzo no entendía. Miraba por el retrovisor y veía al doctor rojo y mordiéndose el labio en cada cruce. Yo solo atinaba a pasarle agüita y una toallita y a preguntarle si consideraba que teníamos que dirigirnos al Country -por la clínica-. El doctor solo me recibía la toallita. Ahora entiendo por qué», afirma el conductor de un exministro que pidió reserva de su identidad por obvias razones.
Pero esta peculiar forma de gozo no es exclusiva del género masculino. Así lo confirma el testimonio de quien fuera conductor de una mujer que ocupó la cabeza de un ministerio hace pocos años.
«Tenía esa maña la ministra. Yo ya sabía de qué se trataba el cuento. Cinco minutos antes de llegar a la intersección empezaba lo que es, cómo le digo, la previa y yo lo notaba porque agarraba el celular -que no soltaba nunca- solo con una mano. Y entre gemidos me exigía irnos por la séptima y parar en la 63 en el cruce. Y pues uno no tiene de otra sino hacer caso porque esa gente es pesada y lo jode a uno sino le copia el capricho. Y claro, cuando llegábamos a armar el trancón hasta que la doctora pedía que le abriera esa ventana -la cejita que daba, porque ud sabe que vidrio blindado no baja- solo para oír los pitazos y entre más pitaban más se retorcía, ya cuando blanqueaba ojos era que yo sabía que podía avanzar. Me decía que desde niña había sufrido de convulsiones, pero qué va, si es por esas entonces todas mis novias han sido epilépticas (risas)».
«A mí mi protegido me trataba de meter los dedos a la boca. Pero no es lo que se imagina. Me trataba de hacer creer que la mascarita de cuero era para que no lo reconocieran», añadió otro integrante de un esquema de seguridad.
El hallazgo fue posible gracias a una búsqueda en la deep web bajo el término ‘escolting’ que hizo Larry Cappija, un escritor del género de novelas para mujeres maduras o ‘cougar fiction’. Esta arrojó como resultado cientos de videos con registros, algunos en modo selfie, de esta práctica. Aquellos con más visitas son los grabados en la vías más transitadas, resultado del oscuro #RetoEscolting que hizo furor entre los poderosos colombianos hace unos meses.
Como resultado de esta investigación, Cappija publicó el libro ‘Escolta o eslarga, lubricidades de semáforo’, disponible en librerías y sex shops de todo el país.
Foto: @multandoescolta.