Consultas preliminares con el fin de, eventualmente, en un plazo de cinco a diez años o más, lograr que el código nacional de tránsito cobije a escoltas, vehículos diplomáticos y a camionetas 4×4 de la marca Toyota inició hoy el Gobierno Nacional.
«Es un tema difícil, mucho más complejo, para que se haga una idea, que la reforma tributaria, la renegociación con las Farc o la permanencia de Stefan Medina en la selección, pero sí, está andando», le confirmó una alta fuente del Ejecutivo a AP.
«Toca con pies de plomo, porque el gasto de capital político es enorme y usted bien sabe que de eso hay poco por estos días. Sobre todo porque, a la larga, único que tienen en común la izquierda, la derecha, los sindicatos, los despojadores de tierras, los futbolistas, los actores, en fin, todos los sectores de la vida nacional es el gusto enfermizo por andar trepados en uno de esos carros, blindado, sin pico y placa y con inmunidad total frente al Código de Tránsito”.
«La idea es hacerlo gradual, que para 2018 ya estén cobijados escoltas privados, para 2020 escoltas de la UNP de funcionarios de rango medio y para 2025 los que protegen a lo que son ya altos funcionarios como tal», añadió. «Ya para 2030 estaría la fase II que incluye comenzar gestiones para ver si es viable que los parqueaderos públicos y privados comiencen, así sea con un plan piloto inicial, a recibir este tipo de vehículos».
La misma fuente aseguró que el tema de las Toyota requiere de mayor tiempo y cuidado. «Sería como pretender quitar los festivos o prohibir la selección Colombia, es decir, se trata de las pocas cosas que le gustan a todos los colombianos, incluso más que emborracharse, pichar y pelear en una misma noche».
Otro conocedor del asunto, académico, y que pidió reserva de su identidad por lo sensible del asunto, lo planteó así: «Usted entender·, es tocar la fibra más sensible de nuestra identidad nacional: el Toyota polarizado condensa todas las fuerzas subterráneas aspiracionales latentes en la colombianidad: es el carro, sí, pero también el vidrio oscuro que refleja alma oscura. Es la cristalización del privilegio para no ser como los demás, que es, en ˙últimas, el gran proyecto de vida del colombiano desde el primer día de nuestra existencia como nación, heredero del ansia de títulos nobiliarios, encomiendas, dehesas, cualquier cosa que al criollo lo hiciera ver más cercano a los españoles que a los indios para poderse pasar la ley por la faja, tener de dónde escupir el consabido usted no sabe quién soy yo».