Publicado el por en Salud y bienestar, Tendencias.

La actividad trimestral de team building de una prestigiosa empresa de productos alimenticios hubiera pasado inadvertida de no haber sido por el extraño caso de Doctor Vargas y su niño interior. En medio de la mentada actividad, los empleados fueron testigos del desdoblamiento de Leonel Vargas, Jefe de Contabilidad del Departamento de Compras, quien retrocedió 52 años de su vida hasta volverse un bebé.

“El juego del niño interior es una forma de liberar tensiones a través de la psico-lúdica. La actividad, nos recuerda que el niño vive en un estado de felicidad continua, en el que el aquí y el ahora se viven de forma presente y múltiple. Me explico: el niño cuando juega es a la vez actor y personaje, parte y todo, es uno y son dos, pero no hay dicotomías. Yo había realizado este juego muchas veces, pero lo del Doctor Vargas fue único… se conectó plenamente con su niño interior”, comentó Jair Abaunza, psicólogo holístico-humanista transpersonal y coach empresarial, que lideraba la actividad.

Por su parte, Cindy Cifuentes, Practicante del Departamento de Compras, relató con precisión lo sucedido:

“Fue en medio de una actividad llamada el espejo, el otro y yo. Todos estábamos descalzos con los ojos vendados y en parejas. Nos tocábamos las manos, siguiendo los movimientos de nuestro compañero de enfrente, de pronto, el coach dijo: ‘ahora quítense el pañuelo y digan lo primero que se les venga en mente, no importa qué es, hay que liberarse, hay que sacar al niño que todos llevamos dentro.’ Algunos hablaron, otros gritamos, pero el Doctor Vargas, que estaba enfrente mío, comenzó a llorar y a decir cosas en media lengua.”

“Después comenzó a repetir ‘Quelo mi tete, ¿on tá mamá?’ al tiempo que se le escurrían los mocos, y, cuando pensamos que estaba molestando – porque él en la oficina es muy recochero –  se hizo en el pantalón. Qué pecado.” Agrega Cifuentes entre risas.

“Así, todo puerco y oliendo a feo, comenzó a regañarse: ‘te dije que esto no se hacía, eres un mocoso malcriado.’ Y como iba y venía, unas veces de Doctor Vargas y otras de niño, comenzó a pegarse, porque el Doctor Vargas niño, -o sea, cuando no era doctor-  no le hacía caso al doctor Vargas hecho y derecho. Total, tuvimos que intervenir para que no le hiciera más daño a su niño interior. Que no se diga que en esta empresa somos cómplices del maltrato infantil. Eso sí, la actividad funcionó porque ahora, a pesar de los moretones, el Doctor Vargas anda todo contento y dicharachero en su cubículo, lo llenó de carritos y dibujos, se va a las cinco y no nos hace trasnochar ni en los días de cierre.”

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