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La tecnología y sus desarrolladores siguen encontrando maneras de mejorar la calidad de vida de la gente.  Gracias al ingenio de un grupo de ingenieros coreanos los episodios dramáticos vividos junto a una impresora que se niega a funcionar en coyunturas críticas serán cosa del pasado.

Y es que así como el ingenio de los inventores ha logrado superar todo tipo de obstáculos que dificultaban la vida de la gente, el de la tensión a la hora de enviar a imprimir un documento sigue sin superarse. Cualquier usuario de un computador sabe que si decide imprimir algo con afán, su suerte queda en manos del temperamento de su dispositivo.

«No fue muy complicado, realmente solo alteramos con una mezcla de  incienzo, ruda y frutiño colombiano unos circuitos que eran los que le permitían a estos aparatos, sin importar la marca, percibir ciertas ondas que emite el cerebro en estados de profunda angustia, como cuando estás a diez minutos del cierre de una licitación, a cinco del de una convocatoria, a tres de la hora límite para pagar el impuesto de renta o a uno de que pase el bus del colegio», asegura el jefe del equipo investigador, To Ner Pai La.

Pai La aseguró que el principal opositor de la iniciativa desde el primero momento ha sido el consejo ecuménico de iglesias de su país. Argumentan que de no ser por esta debilidad de la tecnología, la caída en picada de la cantidad fieles en Corea y en el mundo sería mucho más acelarada. «Es en ese momento de profunda angustia y desolación cuando ves que esta creación humana permanece quieta luego de la orden dada que muchos se reencuentran, y ahora sí para siempre, con el Señor», habría dicho su vocero.

Pai La añadió: «Ese mismo sistema, que, según investigamos también,  fue una venganza del señor Carl Epson contra la humanidad por una novia que el chico más popular de la secundaria le arrebató y a la que quería mucho, era el que lograba evaporar hasta un cartucho entero de tinta, de nuevo, al sentir estas vibraciones».

 

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