Publicado el por en Política.

El jefe del equipo negociador de las Farc le reveló a Actualidad Panamericana motivos hasta ahora inéditos por los que su organización decidió dejar las armas. Lo hizo en nuestra tradicional entrevista  de comienzo de año.

AP: ¿Cuál fue la verdadera razón por la que decidieron dejar las armas?

Iván Márquez: Voy a serle franco: la revolución, como tantos otros negocios se puso de p’arriba con esto de la Internet. A Tirofijo, Jacobo, uno les llevaba balances con tomas a pueblos, pescas milagrosas, ingresos por impuesto a la cerveza y a la coca y quedaban contentos, pero eso cambió.

AP: ¿Por qué cambió? ¿Qué lo motivó?

IM: Ocurrió que con los nuevos accionistas, los del fondo de inversión, empezó el cuento de que había que dar ya el salto a lo digital, y ahí la presión con lo de los visitantes únicos, las metas mensuales, el engagement en redes. Que de qué servía reclutar 40 jóvenes en el Caquetá si en Facebook nuestro engagement en el target de los millenials urbanos era del 1%, que de qué servía estallar un puente en Putumayo si lo de ahora era reventar el Instagram con una foto. Un infierno, compañero.

AP: ¿Qué otros motivos tuvieron?

IM: Todos a la larga tenían que ver con la tecnología. No se imagina la lucha que era con esos pelados recién reclutados que venían todos con teléfono inteligente para quitarles la mañana de ´checkearse’ con selfi incluida en cada caño en el que paraban para lo del baño, o en cada campamento nuevo. Eso se les decía de todas las maneras que no fueran brutos, que dejaran de compartir ubicación por wasá (whatsapp) con los familiares pero no hacían caso. ¿Supo que la planta de inteligencia del Ejército se redujo en 80% en los últimos dos años? Le voy a decir por qué: bastaba tener a dos cabos con un perfil falso de una muchacha bonita en un aparatejo de esos siguiendo perfiles de guerrilleros para saber dónde andábamos y mandar los Tucanos.

AP: ¿Ha cambiado mucho la juventud en las zonas de su influencia?

IM: Mucho. Le diría que se nos agotó la materia prima y así no hay manera de seguir operando. Antes uno iba bien enfierrado y eso babeaban, el poder del arma y del uniforme era brutal. Ahora solo babean con Maluma y James, todos quieren es irse para la ciudad. Perreo mata revolución. Y ni le cuento de las iglesias.

AP: ¿De las iglesias?

IM: Sí. El Estado burgués se vanagloria de que nos arrinconaron con la Fudra, con los bombardeos. Mentira. Nos fuimos quedando sin gente porque eso de montar un frente y conseguir por ahí unos ingresos ya no pegó más en nuestras zonas. Ahora cualquier pelado quiere es ser pastor, endeudarse para construir su garaje y arrancar a cobrar diezmo. Eso nos quitó mucho pie de fuerza.

AP: Hablemos de la formalización…

IM: Uy no me hable de eso, compañero…

AP: ¿Muy traumática?

IM: Comenzando por conseguir una ARL para cada frente: agotador, titánico, imposible en muchos casos. Después lo que era recordarle a cada jefe de recursos humanos de bloque y de frente cada comienzo de mes que se acordaran de meterse a internet para cancelar la planilla. Y cómo se ponía esa gente con cada caída del sistema, con cada cobro de multa por no haber desafiliado a los milicianos que solo iban a hacer freelances un mes al campamento y ya, pero que quedaban igual inscritos y uno como patrono con la obligación de pagar. Lo más llevadero era que encendieran a plomo el computador. Definitivamente ese tipo de incidentes deterioraron mucho e irreversiblemente el clima laboral al interior de la organización.

AP: En suma, ¿lo que no lograron las fuerzas especiales lo logró la burocracia?

IM: Totalmente. Ellos creían que un bombardeo nos minaba la moral. ¡Ja! Para minar, aniquilar, pulverizar la moral, la actualizada anual del RUT del cada frente y de la firma digital en la página de la Dian, eso sí, eso sí dejaba abatida a la guerrillerada. Y ni hablar de lo de crearnos como proveedores de las bandas a las que les prestábamos servicios o de los planes de manejo de ambiental de las voladuras de oleoductos… Por ahí fue, compañero, por ahí fue…Quién se lo iba a imaginar.

Comentarios

Comentarios