Publicado el por en Bogotá.

Se pide a los usuarios de las lanchas de pedales no arrimarse a los helicópteros cuando cargan el agua.

La emergencia que causó el incendio forestal en la reserva de Aguas Claras, perteneciente a la localidad de San Cristóbal, en el suroriente de Bogotá, dejó un hecho tan anécdotico como increíble y, a la postre, afortunado. Tiene que ver con el hallazgo esta mañana en pleno bosque de una lancha de pedales perteneciente al IDRD y que hasta ayer navegaba las aguas del lago del parque Simón Bolívar con una asustada pareja a bordo.

«Qué te digo. Ante todo, gracias a mi diosito por estar vivos y que nunca pensé vivir un susto tan, pero tan berraco», asegura Gerardo Abaúnza, víctima de este asombroso suceso. «Tenía compensatorio en la empresa ayer y aprovechando que estaba haciendo solecito fuimos con Jenny, mi novia, al Simoncho a montar en las lanchitas. Siempre lo hacemos para hacer ejercicio y porque la terapeuta de pareja nos lo ha recomendó para fortalecer lo que es la relación», relata.

«Estábamos felices pedaleando y viendo cómo los helicópteros bajaban a cargar agua en esas bolsas, creíamos que tomaban precauciones y que no iban a botarlas donde había lanchas pero qué va, de repente uno la puso ahí junto al ladito y ahí mismo fue qué sentimos el efecto de succión, como que nos chupaba el remolino. Cerramos los ojos, nos encomendamos al milagroso de Buga y, como también nos ha recomendado la sicóloga, nos abrazamos y nos dejamos llevar. Al rato estábamos volando, muertos del susto, pero tratando de vivir el momento, pues mi lema, yo soy deportista extremo, es vivir siempre a tope cada segundo ¿no? y pues aquí, lógico, full adrenalina, empacados en esa chuspa -perdóname, soy de Palmira y cuando me exalto se me sale-, empapados y viendo el paisaje, una nota. Por suerte al caer sentimos un cimbronazo duro pero el milagroso nos salvó y aquí estamos para contar el cuento».

La pareja se recupera de algunos hematomas leves y piensa cumplir la promesa que hicieron mientras rezaban entre el «Bambi bucket», como se denomina al contenedor de agua: casarse ante el milagroso de marras y nunca más pedalear en aguas peligrosas.

La administración del parque Simón Bolívar aún espera que le devuelvan el bote a pedal, o procederá a cobrar la multa respectiva.

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