En un llamado que ha provocado ira entre los ambientalistas, el Ministro de Minas, Tomás González, le pidió a los usuarios de bicicletas y automóviles eléctricos ‘considerar, en un gesto patriótico, su inmediata conversión a gasolina’. Esto, dada la abundancia de petróleo que contrasta con el bajo nivel de los embalses y afluentes de los que depende la generación de energía eléctrica del país por cuenta del fenómeno del niño.
El funcionario enfatizó en que, dadas las condiciones actuales, tal modificación se la agradecerá no solo el Gobierno, sino su propio bolsillo. «Podemos considerar abrir un surtidor en cada estación de servicio con gasolina a precio real, es decir, diez veces inferior al actual, solo para maquinas renacidas, que es como me gustaría llamar a estas ovejas negras que han vuelto al redil. De esta manera, además, ayudan a mantener altas las cifras de consumo, que son hoy por hoy, junto con las autopistas 4G nuestra tabla de salvación».
«También estamos adelantando con el Sena un programa de capacitación a técnicos que le instalen motor de dos tiempos a las bicicletas convencionales. Esto porque tras pedalear en medio de estos calorones, las personas llegan a su destino en busca de bebidas frías, ventiladores y aires acondicionados que nos tienen disparado el consumo», añadió.
La petición contó con el sorpresivo respaldo del Centro Democrático. «Nosotros tenemos estadísticas que demuestran que el aumento en el uso de vehículos eléctricos o de tracción humana coincide con el aumento en la tendencia a preferir una solución política del mal llamado conflicto armado y el número de varones que piden ensalada y toman leche de almendra. En esa medida, cualquier acción que permita regresar a una sociedad dependiente de los combustibles fósiles es bienvenida», declaró, malhumorado, el senador Alfredo Rangel.
«Cada vez que un vehículo se convierte de energía eléctrica a gasolina sonríe el Señor», fue el escueto pronunciamiento de la Procuraduría.
Ya con anterioridad, y también por motivo del fuerte verano, el Gobierno había pedido a los colombianos sustituir el agua por petróleo y sus derivados en las labores domésticas.