Publicado el por en Bogotá, Tendencias.

Cada vez son más los jóvenes de todo el mundo que aterrizan en el país, sobre todo en Bogotá atraídos por una nueva actividad extrema que causa furor en el planeta: ser pasajero de un taxi bogotano referencia ‘zapatico’ o ‘pikachu’.

Todo comenzó con un video viral que un turista polaco, amante de la adrenalina, grabó cuando era conducido por las calles bogotanas a 150 kilómetros por hora sin importar que fuera hora pico, como tampoco los huecos, los ladrones, la lluvia y los vendedores de vive100 que el conductor, menor de edad y autodenominado millenial, sorteaba con gran pericia.  «Maaan this is wild», se alcanza a escuchar al pasajero antes de que la pericia del novel conductor flaqueara y el vehículo terminara de narices en un compactador de la empresa de recolección de basuras Lime.

Desde entonces se crearon varios grupos en las redes sociales y cientos de miles de jóvenes viajeros y aventureros han hecho escala en el país solo para vivir esta emocionante experiencia. Al punto que entre padres de alumnos de una escuela secundaria de Dayton, Ohio, cuyos hijos querían vivir esta aventura al graduarse hubo consenso respecto a que era mejor patrocinarles un recorrido mochilero por Siria.

Entre los que sí han venido, varios han hecho de esta peculiar manera sus primeros pinitos como extras de riesgo de Hollywood. Al acreditar en los estudios que recorrieron a altas velocidades una ciudad con tantos riegos y en vehículos de este tipo con la espaldar de la silla del pasajero volcada hacia adelante, sin cinturón y todo tipo de fallas mecánicas, son inmediatamente contratados calle de honor de sus nuevos colegas mediante.

«Siempre será una buena noticia que personas de afuera quieran venir a traer divisas, a jalonar renglones de la economía, pero este tipo de turismo tal vez no se sintoniza con la imagen que queremos dar del país», expresó una fuente del ministerio de Comercio, Industria y Turismo.

Y es que los más arriesgados llevan el reto Uldarico, como ha sido llamado, hasta el final, reclamándole al taxista por el valor de la carrera. «Ya hay unos ucranianos que venden crucetas de no se qué tipo de acero que solo se consigue en los urales para enfrentar esta última prueba», afirma un investigador del CAI virtual de la Policía, conocedor de un fenómeno que se mueve en las zonas grises del código penal, toda vez que no es ilegal, pero aun así alcanza a preocupar a las autoridades.

Es de anotar, por último, que ya en 2013 la OMS catalogó como modalidad de suicidio el pedirle a un conductor de uno de estos vehículos en Colombia un desplazamiento «de afán».

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