El frecuente contraste entre deportistas madrugadores y amantes de la noche amanecidos que hace parte del paisaje tradicional de la ciclovía bogotana será pronto cosa del pasado.
Todo por la voluntad de la actual administración de que este sea un espacio exclusivo para el deporte y la sana recreación, no para quienes son «llevan vidas licenciosas cuyos excesos constituyen mal ejemplo para la infancia, la juventud y las mascotas», según una fuente del Instituto Distrital de Recreación y Deporte.
Pero esta no es la única razón. «La verdad es que nos estaban generando un déficit tremendo de jugo de naranja. Se lo bebían todo ellos y dejaban a la gente que sí se lo merece deshidratada y de mal genio. Además, el tufo, cuando se respira con los alveolos con el grado de apertura propio del ejercicio puede desencadenar mareos e incluso alucinaciones de borracheras pasadas. Cuando tú estás en ese plan quieres es mirar para adelante, hacer planes, visualizar tu futuro, lo último que quieres es que se te aparezcan fantasmas del pasado», aseguró una alta fuente del Instituto.
La idea, según lo pudo establecer este medio, es que todos aquellos que caminen por la ciclovía luciendo ropa de paño, gafas oscuras, pantalón de pana, blusas y ‘tops’ escotados, faldas, abrigos, entre otros, sean requeridos para una prueba de alcoholemia. En caso de resultar positiva esta se les multará y como parte del castigo se les obligará a ver un partido completo del Envigado FC en el que el equipo paisa haya lucido su uniforme fluorescente antiresaca.