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La arraigada costumbre que ha hecho ajenos a la ley y, en este caso, a las normas de tránsito, a los altos dignatarios del país salió a flote en una investigación de la Universidad Nacional que indagó sobre qué tanto respetan algunas normas simples quienes ocupan cargos de primer nivel en la burocracia estatal.

En particular llamó la atención un aspecto del estudio, el relacionado con los semáforos. Y es que ocho de cada diez participantes se mostró desconcertado y dubitativo cuando se le preguntó qué significaba un semáforo con la luz roja encendida.

Más sorprendente fue que siete de cada diez no supieran qué era dicho objeto. Mientras algunos respondieron que era un remanente de la iluminación navideña, otros aseguraron que era un accesorio lumínico de una discoteca de Amsterdam y hasta hubo uno que habló de una señal para orientar a los policías de su caravana. “Ya los tengo amaestrados para que paren debajo y nos dejen pasar”.

“Papá siempre nos dijo: tengan amigos que les den puestos para que nunca tengan que parar en un semáforo en la vida. Y cada que lo visito en la tumba le digo orgulloso que le he cumplido”, aseguró, al borde del llanto, un director de departamento administrativo, hijo de un exministro, nieto de un exembajador.

“Parar en los cruces es para la clase media. Además corres el riesgo de que algún indiazo te robe o te pida una notaría”, acotó un vicepresidente, nieto de presidente.  “Uno no llega a ser ministro para comportarse como los demás”, añadió un ministro hijo de expresidente, nieto de notario vitalicio. “¿Y esta lobería qué es? ¿Nos va a obligar a frenar para dejar pasar? ¿Qué viene ahora, que nos obliguen a entrar a parqueaderos?”, preguntó, fúrico, un alto asesor. “Lo mío es defender al pueblo, y la verdad es que no me alcanza el tiempo, no me pongan ahora a pendejear con normas burguesas”, dijo, por su parte, un reconocido y sensual concejal progresista mientras abordaba su ‘burbuja’.

“Ah, sí, de esos aparatos hay en Miami y la gente para el carro cuando los ve. Yo hago lo mismo porque debe ser lo de moda ahora”, aseveró uno de los pocos que dio una respuesta medianamente acertada. Otro que sí tenía clara la función del semáforo recibió almendras al día siguiente en su oficina.

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