El cada vez más molesto y penetrante olor a orines del centro de Bogotá tendría facultades medicinales según un estudio de la Secretaria Distrital de Salud que acaba de revelarse.
«Se trata de vapores con una alta concentración de amoniaco, sustancia que desempeña un papel fundamental como coadyuvante en una serie de procesos metabólicos del organismo», afirma el documento.
«La valoración que hacemos de los olores es algo puramente subjetivo, una construcción cultural susceptible de ser condicionada por discursos hegemónicos» afirmó el agregado filosófico de la entidad.
«En este caso no hay duda de que las mafias de los baños han hecho un trabajo impecable, malévolo y constante a través de los medios masivos y de las matrices de opinión para convencer a la gente de que el chichí huele inmundo, cuando no», añadió. «Eso lo dice claramente Foucault, que es desde el martes y gracias a un convenio con sus herederos el filósofo oficial de la Bogotá Humana».
Con base en lo anterior, se prepara una política distrital de micción pública, inclusiva y participativa para estimular a la ciudadanía a potencializar con sus excretas «esta ventaja comparativa que posiciona cada vez más a Bogotá como destino de turismo de salud y bienestar», concluye el comunicado de la entidad.