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Cansados pero firmes en su compromiso de defensa de la soberanía se declararon hoy los funcionarios de la Casa de Nariño encargados de explicarle a un promedio de tres domiciliarios por hora que el pedido que traen no lo hicieron en esas oficinas seguido de un «por favor revisen bien y se darán cuenta que el número del que llaman es de Venezuela».

Todo esto por la nueva estrategia de Miraflores para buscar un incidente con el gobierno colombiano que derive en un conflicto binacional que mucho necesita por estos días de tormenta política y económica interna.

Todo apunta a que los últimos dólares de las reservas del país vecino se fueron en el desplazamiento de los soldados de la Fuerza Armada Bolivariana que acamparon del lado colombiano a orillas del río Arauca y que de ahora en adelante no le queda más alternativa a la Revolución Bolivariana que las provocaciones de bajo costo. «Hubiésemos querido arrancar a taladrar en una pared contigua a la Casa de Nariño, pero desafortunadamente no existe tal», habría afirmado un miembro del círculo más íntimo de Maduro.

«Empezó Maduro a llamar a preguntar que si aquí lavaban ropa, las dos primeras veces caímos, pero a la tercera ya le agarramos el acentico y simplemente le colgábamos. Entonces pasó a lo de las pizzas, que es complicado porque nos descuadró mal la caja menor: da pecado con el joven que las trae, además la orden es no caer en provocaciones, y pues vaya usted y no le pague el lío que se le arma, toca», aseguró, por su parte, una asistente administrativa de la casa presidencial.

Choferes, escoltas, mensajeros y soldados bachilleres del batallón Guardia Presidencial, beneficiarios indirectos de la bonanza pizzera, en voz baja desean que la tensión binacional escale en los próximos días.

 

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