Un hecho curioso dejó el recorrido que hicieron el presidente, Juan Manuel Santos, y el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, por el centro de la capital.
Como es habitual en la zona, un habitante de la calle abordó a Santos pidiéndole que «le regalara mil pesitos para completar para una sopa», petición que obligó al mandatario a llevarse las manos a los bolsillos solo para darse cuenta de que lo único que tenía era unos pocos euros.
Cuando Peñalosa iba a socorrerlo con un bono Sodhexo de 1.000, que «en la práctica es igual», el jefe del Ejecutivo se le adelantó.
«Disculpe, joven, no tengo mil pesitos, pero puedo darle el consulado en Arica, ¿conoce Chile? Es la tierra de Condorito», fue su respuesta ante la sorpresa y algo de estupor de los que lo rodeaban.
Sin que alcanzara a responder, un funcionario de la Cancillería que suele hacer parte de la comitiva presidencial alistó el decreto con el respectivo nombramiento exprés.
Cuando se le indagó por las posibles dificultades que podría afrontar el ahora diplomático, Santos salió al paso afirmando que «no, para nada, allá tenía a un amigo del colegio que era bien gamín, seguro se entienden a las mil maravillas en el empalme».
Dicho esto, bromeó con los periodistas presentes: «para que no digan que me la paso repartiendo mermelada».