La marca japonesa expresó hoy serios reparos a la inminente firma del acuerdo final con las Farc.
«Así como para muchos otros negocios esta es una buena noticia, que creará un clima de negocios inédito y excepcional, para nosotros puede ser el fin de nuestra operación en Colombia», afirmó un alto funcionario.
Y es que es bien sabido que el escalamiento del conflicto interno en Colombia trajo consigo un ambiente de tensión e inseguridad junto con canales inéditos y expéditos de ascenso social que la marca supo aprovechar.
«Toyota es sin duda una de las grandes ganadoras de lo que pasaba antes acá. El que se sentía amenazado compraba un Toyota blindado para disuadir, pero el que amenazaba también, para amedrentar», afirma el experto Manuel Ávila de la fundación Cuatropormil para el análisis multidimensional del posconflicto.
«Súmele a los miles que lo compraban para aparentar y los millones que compraban una Prado o una Fourrunner para levantar», añade.
Otros expertos coinciden que los vehículos todoterreno de esta fabricante japonesa fueron los idóneos para el «viejo país», ese que requería automotores que resisitieran blindajes robustos pero también que pudieran transitar por agrestes trochas «para ir a la finca».
«Con la paz, el único blindaje que se va a necesitar será el jurídico y a la finca se podrá ir en Picanto gracias a las autopistas 4G», complementó Daniel Carrizosa-Strohmberg, profesor de la Universidad de los Andes.
El último en opinar fue el reconocido gurú de mercadeo transpersonal, «Papo Piñeres»:
«Yo siempre veo el vaso medio lleno, oportunidades donde otros ven crisis. Para bien o para mal, no me gusta poner las cosas en esos términos tan antipáticos, Romaña está ligado en el imaginario de la gente a la marca. ¿Por qué no convertirlo en un embajador de Toyota?»