Publicado el por en Coronavirus, Tendencias.

Una consecuencia positiva de la pandemia de Covid19 se está haciendo cada vez más visible por estos días: la de los copropietarios de casas y apartamentos que esperan ansiosos la fecha de la asamblea anual.

Este es el caso de Isaías Peñaranda pensionado de 79 años, quien por años recurrió a todo tipo de artilugios jurídicos para evitar tener que dedicar un sábado de marzo a la asamblea de su edificio, «Altos del Golán» ubicado al occidente de Bogotá. Pero todo cambió por cuenta del confinamiento. «Está muy ansioso, todos los días madruga a revisar el correo a ver si ya le llegó la convocatoria, está muerto de ganas de ir a tintear con los vecinos», afirma su hija Nelly. «Está muerto de ganas de ver peleas, quejas de la señora del 401 que amenaza con meter una demanda a la del 201 que techó la terraza que es de uso común y metió ahí a sus dos canchosos que además arrancan a ladrar todos los días desde las 6 AM, de la chismeadera durante el refrigerio, es más: está muerto de ganas de saborear el juguito Hit del refrigerio».

Sobre las reticencias del pasado, habla su hijo Efraín:

«Él tiene una condición médica que lo obliga a tomarse un medicamento cada tres horas. A la última que fue, en 2010, en el punto de proposiciones y varios se armó un debate sobre la cotización para arreglar el tubo de bajada de agua del tanque que estaba galvanizado ‘pues nunca lo había cambiado y el edificio ya era viejito` que empezó a las 11 AM y se fue hasta las 10:30 PM del martes. Si mi padre se iba, se disolvía el quorum, entonces lo mantuvieron, diría yo, secuestrado. La secretaria de la Asamblea era a embaucarlo y no dejarlo salir. Se le olvidó el medicamento y casi se nos va».

«Nos tocó armar un operativo con el celador que había sido, de verdad, comando, y lo sacamos por una ventana para urgencias. El tubo, sigue igual hasta hoy», añade.

Tal evento generó un trauma en Peñaranda, quien desde entonces había evitado a como diera lugar la cita anual con los vecinos. «En 2014 llegó incluso a mudarse temporalmente a Pandi -toda la familia es de allá- solo durante los días en que se hizo la convocatoria para alegar, con fundamento, que la dirección ya no era, para esos días la de él», complementa su primogénito.

El caso de Peñaranda está lejos de ser el único según reportes recopilados en las redes sociales. Tan fuerte es la tendencia que este año la aplicación Rappi, a diferencia de los más recientes, no ofrecerá el exitoso servicio que permitía a un rappitendero suplir al copropietario.

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