Al mismo tiempo que el criminal de guerra croata Slobodan Praljak bebía una botella de veneno mientras conocía la sentencia de 20 años de prisión en su contra por hechos ocurridos en la guerra de los balcanes, el ex magistrado Reinaldo Torrecilla hacía lo propio en un juzgado de Paloquemao mientras un juez lo condenaba a tres años de prisión domiciliaria por los delitos de peculado por apropiación, concierto para delinquir y cohecho.
El extogado, que una vez terminó su periodo en el Consejo de Estado se dedicó a todo tipo de actividades en el margen del código penal aprovechando los contactos que había dejado se mostró satisfecho con la providencia y dijo sentirse orgulloso del sistema judicial colombiano.
«Yo soy apenas una víctima más, un colombiano que como cualquier otro quiso surgir, tal vez no de la manera más idónea, eso lo acepto, pero se debe reconocer que era por un fin altruista, de darle bienestar a la gente de mi pueblo, a mi familia y solo en último lugar a mi persona. Además es que hago parte de una minoría históricamente discriminada como la de las personas en situación de alopecia y no se pueden echar en saco roto mis múltiples graves quebrantos de salud como lo son uñas encarnadas, reflujo y un juanete lo que sin duda harían de una condena mayor una violación flagrante de los Derechos Humanos por lo que mis abogados ya preparaban todo para acudir ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Pero gracias a Dios, porque mi familia y yo si algo somos es católicos, el juez supo actuar en justicia y en derecho. Este fallo no solo reconoce todo lo anterior sino que apela a la caridad cristiana, ¡salud!».