Publicado el por en Cultura, Interné.

Editado por María Elvira Alvira, con datos obtenidos por @practicanteap

Esta madrugada una célula de militantes de la Organización Discípulos y Fans del Hacker Sepúlveda descubrió una red dedicada a ponerle de manera sistemática unlikes a los videos que ha publicado Germán Garmendia, el popular Youtuber chileno, en el canal Hola Soy Germán.

Al frente de esta cruzada se encuentra el conocido conferencista y escritor William Ospina, quien se mostró muy molesto hace unas semanas porque unos amigos que había invitado a una charla titulada “La Franja Amarilla 20 años después”, que tuvo lugar en la Feria del Libro, no lograron ingresar a las instalaciones de Corferias por culpa del tumulto que armaron los seguidores de Germán.

Intrigados por esta audaz iniciativa del autor de La Franja Amarilla, enviamos a nuestro practicante para que dialogara con el reconocido vate tolimense.

“Los jóvenes de los 60 sí cambiamos el mundo”

Ospina accedió a recibirme en el estudio de su casa. Al entrar, encontré que el recinto lo preside un gran tablero de acrílico blanco, en el cual tiene anotados los nombres de varios de sus escritos y, al frente, un número. “Aquí llevo el registro de la cantidad de conferencias y conversatorios que he dado en toda Iberoamérica a propósito de mis escritos”, me dice. “La Franja Amarilla se acerca a 3.000, Ursúa va por los 840; y fíjese, El año que no tuvo verano ya va en 52, no está mal para un libro que publiqué hace menos de un año”, me dice orgulloso y sonriente.

Practicante AP. William, cuéntenos por qué decidió usted organizar esta red de cibernautas dedicada a ponerle unlikes a los videos de Germán Garmendia.

Germán Garmendia es, por decirlo de manera muy poética, la punta del iceberg de la decadencia en que andan los jóvenes de hoy. Todos ellos vacíos de contenido. Qué diferencia con nosotros, los que fuimos jóvenes en los años 60 y 70. Por eso, al reclutar jóvenes de hoy para que le pongan unlikes a los videos de ese mamarracho estamos contribuyendo a hacer de este un mundo mucho mejor.

PAP. Explíquese, maestro.

Nosotros, los que fuimos jóvenes en los años 60 y 70, sí cambiamos el mundo. Y la base de todo fue nuestra actitud generacional. Nosotros, a diferencia de los jóvenes de ahora que sólo están en busca de los contenidos vacíos de Germán Garmendia, sí tuvimos referentes.

Ilústrenos con algún ejemplo, maestro William.

¿Uno? ¡Tengo muchos! Nosotros cambiamos el mundo con esas maravillosas canciones de los Beatles que tenían unos textos que sí ponían a pensar a los jóvenes: “Ella te ama, sí, sí, sí” o “Quiero tomar tu mano”. O qué tal esta joya: “Amáme, tú sabes que te amo”. O qué tal el profundo contenido filosófico de sus canciones posteriores. “Todo lo que necesitas es amor” o “Déjalo ser, habrá una respuesta, déjalo ser”. Hasta los Rolling Stones cuando cantaban “Bájate de esa nube”, o The Who cuando nos decían que “Los chicos están bien”. Esos textos de los años 60 sí eran contenidos con poesía, filosofía, incluso sociología. Retrataban el sentir de una nueva era. Con esas letras tan profundas como esas nosotros sí que cambiamos el mundo, no como los jóvenes de ahora, que se la pasan leyendo libros de autoayuda y mirando las babosadas de ese tal Germán.

PAP. Tengo entendido que usted, maestro Ospina, fue una víctima de los seguidores de Germán aquel fatídico 23 de abril de 2016.

Muy cierto. Ese día diserté sobre el tema La Franja Amarilla, 20 años después, pero tuve que hacerlo ante un auditorio casi vacío, y a cada rato interrumpido por chillidos de adolescentes histéricas.

PAP. Ah, sí, maestro, claro… como lo eran las fans adolescentes de los Beatles.

Mire, jovencito, su comparación es ofensiva, descontextualizada, ahistórica y acrítica. No aplica. No ha lugar.

PAP. Perdón, maestro William… Retiro lo dicho. Ese tumulto me recuerda el que se armó en la Feria de 2007 cuando Roberto Gómez Bolaños firmó autógrafos de su autobiografía.

Ah, pero eso es muy diferente. Roberto Gómez Bolaños es un referente cultural de quienes crecimos en los años 70. Es un filósofo del pueblo. Frases como “Se me chispoteó” o “Fue sin querer queriendo” o “Síganme los buenos” o “Estás loco, Lucas” están muy emparentadas con textos como “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano, o los Diarios del Che Guevara. Con la poesía de Octavio Paz y de López Velarde. Con los ensayos de Alfonso Reyes. Es más, déjeme decirle que en esa ocasión yo me excusé y me salí a la mitad de un conversatorio acerca de Ursuá, (creo que era el 304, debo revisar mi bitácora de ponencias) porque no quería perderme la fila ni del autógrafo de Chespirito.

PAP. ¡Qué maestro es usted, maestro!

Pero, volviendo al tema, con mi cruzada contra Germán Garmendia quiero sentar un precedente y, además, hacerles ver a los jóvenes de hoy que nosotros, los jóvenes de los 60 y 70 que cambiamos el mundo, leíamos a Gabo, a Levi Strauss, a Althusser, crecimos leyendo La ciudad y los perros, El hombre unidimensional, Love story, Juan Salvador Gaviota… ay, se me chispoteó, quite esos dos últimos de la entrevista. Más le vale…

(A pesar de los ruegos del practicante, decidí dejar este párrafo tal como aparece en la grabación, por considerarlo de interés para los lectores. Las posibles represalias de Ospina contra nuestro practicante no son problema de los integrantes de Actualidad Panamericana – Nota de la Editora).

El maestro Ospina se disculpa, me dice que debe salir ya a una conocida universidad de la capital de la República para dictar la charla número 2.976 acerca de La franja Amarilla. Toma un borrador, un marcador y con una sonrisa de satisfacción actualiza el dato en su tablero blanco de acrílico.

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