Es la propuesta que se viene abriendo paso en la mesa de negociación. Sus defensores la presentan como un gana-gana, pues permitiría que miles de guerrilleros que han cometido delitos salden sus cuentas y, al tiempo, haría posible que la liga local regrese a aquellos remotos tiempos en los que sus partidos se jugaban con público en los estadios.
El proyecto está todavía en borrador, no obstante, ya se le dan las primeras puntadas. «Habría que entrar a establecer una tabla, digamos. Los acusados de rebelión tendrían que ir a unos diez partidos clase A, los que tienen cargos por homicidio, a unos veinte partidos clase B, los acusados de crímenes atroces tendrían que ir a 50 partidos tipo Fortaleza-Petrolera o Equidad-Uniatónoma. Eso sí, habría cámaras para que garanticen que no se salgan antes y se les decomisaría el celular antes de entrar para garantizar que se concentren en el juego», afirmó un promotor de la iniciativa.
Una fuente cercana a la mesa aseguró que la propuesta tiene doble fin y es el de lograr que los subversivos paguen cárcel. «Usted le plantea a esa gente verse un Huila-Fortaleza un domingo a pleno sol y ellos mismos van y se meten solitos a la cárcel, felices y dichosos de la vida, se lo aseguro».
Consultado sobre la idea, un vocero de la Dimayor, afirmó: «Bueno, el fútbol siempre ha sido un deporte de puertas abiertas, de esta fiesta nadie está excluido, queremos ser generadores de paz, y si este es nuestro granito de arena, pues felices contribuimos. Y podemos ir más allá: estudiar la posibilidad de darles un equipo, «los cilindreros del Caguán», se me ocurre ahora mismo. Si los Rodríguez Orejuela, el «Mexicano», Silvia Gette, Eduardo Dávila,Gustavo Upegui y otros polémicos personajes ya son o han sido de la familia del fútbol, ¿por qué no ellos?»
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