El mercurio de los termómetros en Bloomington, Illinois no se queda quieto pues la pequeña ciudad de Estados Unidos está siendo azotada por un inexplicable subefecto del cambio climático que científicos han denominado el Vórtice bipolar.
Frios extremos seguidos por calores intensos tienen a una población en ascuas. «Cada mañana me demoro una hora decidiendo si ponerme la siza o el chaquetón de plumas para salir», asegura Estela Forero, una inmigrante latina que perdió su trabajo después de las continuas llegadas tarde a la oficina. La productividad ha descendido en un 0.6% dice el alcalde Tari Renner y sumado a la alarmante cantidad de trabajadores que han pedido licencia por «inicios de gripa» tiene a la ciudad al borde de una crisis económica.
El arzobispo John O´flanagan atribuye este fenómeno a un castigo divino de un pueblo que peca a diario pero se arrepiente y «Dios tiene eso en cuenta». dice el prelado.
Sin embargo, no todo es negativo en el pequeño pueblo rural los índices de amabilidad han crecido en un 34% pues los habitantes se sienten en plena libertad de abordar a desconocidos en la calle levantando las cejas y diciendo: How about this little weather?, que en castellano sería «¿qué tal este climita tan berriondo?».
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