Un triste accidente opacó la celebración generalizada de la firma del acuerdo para el fin del conflicto entre las Farc y el gobierno ayer en La Habana: uno de los balígrafos (balas convertidas en bolígrafos) se le disparó al expresidente y caballista, Álvaro Uribe, accidentalmente mientras el hoy senador escribía una misiva a la Real Academia de la Lengua solicitando la aprobación de la palabra «Pazsinimpundá».
El balígrafo que había sido despojado de su carga explosiva, misteriosamente se disparó en la diestra de su dueño, sin generar heridas de consideración. Pertenecía a un costalado que infiltrados del Centro Democrático en el gobierno recopilaron con el fin de rehabilitarlos como munición y así, «devolverles a esos inocentes objetos su vocación antisubversiva y patriótica de la que nunca debieron ser despojados».
Solo el busto de Julio César Turbay quedó levemente marcado por el proyectil.
«La verdad no nos explicamos cómo puede ser posible que un cartucho hueco se dispare. Tendría que estar escribiendo algo muy incendiario para que se presentara esa reacción, o en el cuerpo del escribiente tendría que presentarse una concentración inusual de pentolita y esencia de tigre», manifestó un perito en balística asignado a la investigación del caso.
Tras el incidente, todos los balígrafos, incluido el de Timochenko que ya se lo había regalado al representante de Obama en los diálogos, Bernard Aronson al parecer haciendo méritos para una visa, han sido retirados de circulación hasta que se confirme lo que originó la detonación.
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