Con una protesta que tendrá lugar hoy los vecinos del barrio Rafael Forero Fetecua al Occidente de Bogotá expresarán su descontento por la irrupción de la carismática máquina tapahuecos el pasado domingo en la noche para tapar un hueco que era, según sus palabras, «patrimonio de la comunidad».
«Estamos muy dolidos, el hueco tenía veinte años y no es justo, de verdad no es justo que nos lo arrebaten de esa forma. Él era uno más de la comunidad y el vacío que deja nos tiene a todos destrozados»; afirma Marco Antonio Romero, presidente de la Junta de Acción Comunal. «Eso no se imagina el daño que nos hicieron. ¿Qué pongo yo a hace ahora a los pelados que paraban carros a pedirles para el mantenimiento del huequito? No se extrañen si arrancan a hacer maldades o a fumar cocaína».
«Cómo no se va a encariñar uno. Es que todos lo vimos crecer, hizo parte de nuestras vidas. Está en nuestros recuerdos de cuando pelados. En él jugábamos con barcos de papel en invierno, en verano organizábamos competencias de salto alto y de bicicrós, era un auténtico generador de tejido social, como nos ha dicho aquí el doctor trabajador social», añade.
Y es que en torno al hueco se había construido toda una institucionalidad. Incluso una ONG que emplea a seis antropólogos, dos sociólogos y cuatro trabajadores sociales. «Así no se hacen las cosas. Las políticas públicas así como los actos administrativos deben ser socializados, visibilizados, deben ser objeto de discusión y evaluación periódica en su fase de planeación mediante talleres participativos-deliberativos prospectivos con enfoque diferencial que permitan la producción de sentido, el trazar una hoja de ruta así como diseñar un marco conceptual programático que conduzca a un plan de acción para en el largo plazo ahí sí entrar a considerar la posibilidad de eventualmente ejecutar.
«Es verdad que nuestra ONG buscaba que algún día taparan el hueco, pero no así. ¿Le soy sincero? Nos jodieron hermano, nos dejan en la calle y nos frenan tres convenios con buenos recursos que ya teníamos listos con gobiernos europeos, iban a venir tres suecas que se veían lo más de buenas en la foto del feis que al enterarse del arreglo pues cancelaron», explica su director Stalin Torres, antropólogo.
«Al barrio lo conocían por el hueco. Acá venían candidatos, doctores, ingenieros, hasta la televisión. El día más feliz de muchos acá fue cuando vinieron los de No me lo cambie a grabar el Festival del Hueco con el don Jediondo y los payasos, fue al comienzo, cuando no les dio por aliarse con el Distrito y después taparlo, porque ahí lo dejaron, medido, sí, dio como cuatro metros, pero sin tapar. Ese día sí que tiramos caja, ¿oiga? y claro, no se imagina el reconocimiento que ganó la comunidad. Y luego venían alcaldes, ‘que lo del hueco está enredado en el Idu, pero digan a ver qué más necesitan, que el salón comunal, que la cancha de micro, que el comedor comunitario’, le soy sincera: pa qué pero fue mucho el progreso que el hueco nos trajo», declara la esposa de Romero, Blanca Delgado.
Afirman los vecinos que hasta una veta esotérica le habían sacado al cráter. «Acá llegó desplazado del Putumayo un chamán, vive ahí a la vuelta, y con el tiempo logró comunicarse con él. Hace tres años nos sopló un número para el chance y todos, como setenta, le pegamos», continúa Delgado.
«También nos leía el futuro. Uno metía la llanta del carro, de la moto o de la cicla, lo que fuera, y dependiendo de cómo quedara el polvero y las piedras el chamán le decía a uno cómo le iba a ir en el amor, la salud y el trabajo. También vino hace como diez años un tal Profesor Rosetón, que también le leía a uno el hueco, pero ese resultó dañado, porque luego le dio por leer otros huecos a las niñas del colegio. No volvió a aparecer, menos mal».
Al parecer, la protesta incluirá la quema simbólica de una máquina tapahuecos de cartón y, lo que es más peculiar, la reapertura del hueco con un taladro que habría aportado el gobierno noruego.
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