El Presidente, máximo accionista, DT y kinesiólogo (e) del Boyacá Chicó, Eduardo Pimentel elevará hoy a la Dimayor una petición inédita: permitirle a su equipo descender a la segunda división no obstante los siete partidos que aún le restan al equipo ajedrezado en los que un milagro podría salvarlo de su primer descenso en 12 años de presencia en la máxima categoría.
«Esto no tiene sentido. Depender de un milagro no es lo mío. Aquí lo que debemos buscar es preservar los derechos fundamentales del equipo y no someterlo a un trato inhumano. Tengo aquí una carta firmada por todos los integrantes del plantel en la que autorizan efectuar el procedimiento», afirmó Pimentel temprano esta mañana en declaraciones a Caracol Radio.
«El fútbol tiene que ser sinónimo de alegría, no de sufrimiento, de tortura diría yo. Prolongando innecesariamente nuestra vida en la A solo logramos hacer más largo un viacrucis que ya todos sabemos dónde termina. Cuidemos los dos hinchas que nos quedan, y que, mire la casualidad, son mis hijos, también están viendo vulnerados sus derechos fundamentales», añadió.
«Es un reto, sin duda, hasta ahora la jurisprudencia de la corte sobre la eutanasia ha hablado solo de personas naturales, pero bien sabemos que nuevas teorías alemanas del derecho abren la puerta para la extrapolación a colectivos de personas unidos por lazos emocionales y este puede ser un caso», afirmó el abogado constitucionalista Miguel Torrijos-Lujambio de la Universidad Javeriana.
Según fue posible establecer, en la Dimayor no hay una postura unificada frente a la petición del siempre polémico directivo. Una corriente liderada por el personal administrativo estaría ejerciendo fuerte presión para que le fuera concedido el pedido toda vez que los librarían del azote diario que este representa por sus reiteradas quejas frente a l desempeño de los árbitros. «Todos los lunes y jueves viene y arma escándalo aquí en el andén, con ese griterío nadie trabaja y a uno ya le da es vergüenza con los vecinos. El celador hace diez años tiene orden de no dejarlo entrar, pero se las arregla y se mete», afirmó Mary, asistente de contabilidad.
Al parecer el ente rector de fútbol colombiano se decantaría por aplazarle los partidos que le restan -práctica que es moneda común en su funcionamiento y que no representa ningún inconveniente- y «simplemente dejarlos ahí, entre los demás aplazados que, seamos sinceros, todos sabemos que jamás se van a jugar», afirmó una alta fuente de la entidad mientras le preguntaba a otra asistente si un partido de la segunda fecha finalmente se había disputado.