En la madrugada del 9 de septiembre, luego de un un operativo relámpago, el CTI intervino una vivienda del barrio las Ferias en el occidente de Bogotá, donde se presume funcionaba un criadero de perros criollos que estaban siendo vendidos, por gruesas sumas, a ingenuos compradores que los adquirían convencidos, mediante astutos ardides orquestados por los timadores, de que se trataba de cachorros de la raza Springer Spaniel.
Jefferson Henao y Marleny Campos fueron puestos a disposición de la Fiscalía luego de que se les encontrara en flagrancia adecuando para estos fines a seis cachorros de raza indeterminada. Marleny Campos se encontraba, en el momento de la captura, bañando los cuerpos del delito con Shampoo Pulvex y jabón Chiquito; mientras que Henao, luego de secarlos, les pintaba pepas negras y cafés con temperas Pelikan, seguramente para ser comerciados en el mercado negro como perros de presunto “pedigree”.
“Pues mira, yo compré el perrito porque por ahí leí en noticias que el Springer, no tanto el Spaniel, le da a uno mucho status. No es lo mismo decir que tienes un frens puver (sic), o un maltés, que decir que tienes un Springer. Y claro, pagué un platal, porque una raza con un nombre así lo vale. Y estaba feliz con el perrito hasta que como a los ocho días le empezaron a salir unas lanas amarillas inmundas por todo lado y a crecerle las orejas como de para arriba. Y ni te digo del hocico, solo le crecieron los dientes de abajo así como esos pequineses chandosos que tú los ves y piensas que hay que ponerles frenillo. O sea, ni cinco de Springer”. Le contó consternada a este medio Sandra Avendaño, una de las víctimas de este fraudulento negocio.
“De todos modos feito y todo ya me encariñé con el gozquecito. Yo como que mejor retiro la denuncia y me lo quedo” concluyó Sandra mientras sonreía con cierta resignación.