Una solución salomónica destrabó el trámite del proyecto de ley que reglamenta la Justicia Especial para la Paz. Tras días de polémicas respecto de quienes finalmente estarían obligados a ingresar a este sistema de justicia transicional, una proposición milagrosa de última hora permitió avanzar y lograr la anhelada aprobación.
Se trata de una disposición según la cual un vigilante que aportará el gremio de la seguridad privada se ubicará en las puertas de la sede de dicho sistema judicial y será él y nadie más que él quien determine en últimas quién entra a la misma.
El ‘celador’ se guiará -como todos sus otros pares- por lo que le de ordene su bilis, en ningún momento se apegará a manuales, códigos o, mucho menos, el sentido común, tal y como lo hacen sus colegas en cientos de miles de despachos públicos del país.
«Es una solución realmente caída del cielo pues tiene no solo un ingrediente de cotidianidad enorme, de sabiduría popular sino que lleva a terrenos absurdos, pero fantásticos e inescrutables, sobre todo inescrutables, decisiones que nadie quería echarse encima. Lo mejor es que sea así: sabemos que entregarle a la ruleta rusa del humor con el que amanezca el guardia privado el futuro del proceso de paz y la posibilidad de llegar a la verdad de lo ocurrido en 50 años de conflicto es algo arriesgado, pero vale la pena pues de lo que se trata ahora es de innovar, no solo en los negocios, también en la rama judicial «, explicó el ministro del interior, Guillermo Rivera.
«El llamado es para que generales, jefes de las Farc, empresarios y demás posibles llamados la JEP colaboren, colaboren mano», puntualizó Rivera.
Las decisiones de los celadores que presten este servicio serán de última instancia. Serán individuos operadores judiciales de cierre. Es decir, no habrá posibilidad alguna, ni la más remota, de apelar. Como ya ocurre de facto en miles de recepciones, porterías y unidades de urgencias de hospitales.