Una asesoría contratada por la Secretaría de Movilidad a la prestigiosa firma consultora suiza De Puig-Arnoix y cuyos contenidos -que serán revelados mañana- pudo conocer en exclusiva AP incluye entre sus principales recomendaciones «emprender acciones con el fin de estimular la congestión vehicular en Bogotá, de tal forma que el tiempo promedio de desplazamiento para cualquier ciudadano se duplique o, idealmente, triplique».
El argumento para plantear tal sugerencia, que por supuesto generará polémica, es que «el tiempo muerto del que disfrutan las personas en un trancón es una ventaja comparativa con la que cuentan países en vía de desarrollo para ser competitivos en un contexto de globalización». Según Jean Plumé, representante en América Latina de la firma, las horas que pasan los bogotanos en congestiones vehículares son un tiempo con el que no cuentan los norteamericanos o europeos, y es un espacio ideal para desarrollar ideas de negocios innovadores. «No es tiempo perdido, no es ningún gasto, es una inversión».
Para este experto, considerado uno de los más respetados gurús del planeta en transporte, «las congestiones son ante todo incubadoras cotidianas de empresas. También son un espacio para la meditación y el autoconocimiento, para lograr un equilibrio entre cuerpo y mente que permite ser mucho más creativos, centrados, productivos, la gente en nuestros países no cuenta con ese privilegio, yo creo que antes que hacer un metro o más troncales de Transmilenio deberían quitarle carriles a las principales vías para fomentar un poco más los trancones, países como Corea dieron el salto que dieron gracias a que el tráfico en sus calles es muy pesado».
El primer paso para lograr el cambio de paradigma, además de levantar el pico y placa y terminar de convertir los carriles de las principales vías arterias en parqueaderos gratuitos, algo que va muy avanzado, es un decreto para estimular en las nuevas generaciones el uso del término «pausa de innovación», como sustituto de «trancón». «Todo está en la mente y en el lenguaje, si desde pequeños asumimos que estamos en una pausa de innovación, vamos a estar alegres cada vez que veamos que la velocidad disminuye y nuestro cerebro se pondrá en modo creativo», explica Plumé.
Al parecer, la idea tiene muy entusiasmada a la administración distrital, pues tener el aval de expertos de tan alto nivel, le permitiría destinar el presupuesto originalmente destinado a arreglo de vías y a construcción de otras a campos más identificados con la Bogotá Humana como la salud y la educación. Se ha dicho incluso que el alcalde que esté en el Palacio Liévano mañana -a esta hora nos fue imposible averiguar con certeza a quién le corresponderá- anunciará la adopción de una simpática tortuga icotea a la que llamará «Innova» y que será el ícono de esta «auténtica revolución de la movilidad bogotana».
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