Contrario a lo que muchos esperaban, el primer contacto entre ambos líderes políticos no estuvo marcado por la confrontación. De hecho, tuvo un ingrediente anecdótico.
Ocurrió que una vez terminada la instalación de las sesiones, el expresidente decidió abandonar raudo el Capitolio, y quiso hacerlo de incógnito para evitar el acoso de la prensa. Así, por un pasadizo llegó hasta el parqueadero, donde se sorprendió al ver que el vehículo que iba a utilizar había sido bloqueado por el de otro parlamentario. En el parabrisas de este había un papel en el que se podía leer «Senador Iván Cepeda» y su respectivo número celular.
Incómodo, por supuesto, pero ante todo con afán dado que tenía vuelo a Rionegro a las 7:00 p.m, el jefe del Centro Democrático marcó el número de su contradictor. «Senador Cepeda, le habla el Senador Uribe para decirle que estas carnitas necesitan salir y qué mala suerte que justo sea su carro el que se parqueó detrás».
Conciliador y sin perder los estribos, Cepeda se disculpó con Uribe e inmediatamente se dirigió al parqueadero del edificio de oficinas del Congreso. Uribe prefirió esperarlo dentro del automotor y, una vez su nuevo colega le dio paso, se limitó a agradecerle con un breve pitazo al que Cepeda respondió con un cambio de luces que luego calificó como un «pequeño gran aporte» para la paz de Colombia.
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