Una medida de última instancia -y evidente desespero- tomó hoy el consejo directivo provisional (e) de Unasur con el fin de sacar a su antiguo secretario Ernesto Samper: cortarle el suministro de agua caliente al apartamento reservado para el secretario de la entidad en la sede de Quito.
El político colombiano, reconocido por su fino humor cachaco y por su proverbial dificultad para marcharse de donde se va sintiendo amañado, como le ocurrió con la presidencia de su país no obstante los escándalos que rodearon su campaña, permanece en el inmueble no obstante el que su periodo en el cargo terminó a comienzos del año pasado.
El desespero del funcionario administrativo de la agonizante unión de naciones es evidente:
«Comenzamos con la notificación de rigor, luego con una aproximación amable e informal, pero no funcionó: fue, en efecto, muy cálido, nos ofreció salami y ginger, nos echó tres chistes -que para qué, pero estaban buenos- y nos despachó; luego acudimos al ocultismo: la empleada del aseo de las oficinas que también se ocupa de su apartamento con mucha discreción ubicó una escoba detrás de su puerta por varios días, pero nada, no pasó nada. El siguiente recurso fue el de ubicar temporalmente a una bailarina de tap en el apartamento de arriba, el que era del comandante Hugo Chávez, y tampoco. Esto del agua caliente es el último recurso antes del glifosato, que es lo que nos sugiere la delegación colombiana».
«Aquí estoy y aquí me quedo» fue la escueta respuesta que nos hizo llegar Samper a través de su jefe de prensa.