Un, literalmente, ‘diablillo’ presente en un pequeño otrosí del nuevo contrato al que los usuarios deben dar ‘aceptar’ antes de utilizar la aplicación Uber acaba de ser descubierto generando pánico, desconcierto y disposición para la oración entre quienes recurren frecuentemente a esta opción para transportarse y ya lo suscribieron.
Está en latín, en el punto 56, capítulo 788, inciso 13345, pie de página 44 y reza: «irrevocabili modo animam meam ut darem liber Inc. per secula seculorum». Entrego irrevocablemente el alma mía a Uber Inc. por los siglos de los siglos.
Consultados, voceros de la aplicación respondieron de manera escueta y en su estilo: «¿Su mamita sabe coser?».
«Me toca apelar a la cultura popular para que entiendan lo grave de esto. Mire: es como cuando Bart le vende su alma a Milhouse, pero en verdad. Un contrato de estos tiene plena validez y más ahora que el diablo se ha vuelto tan leguleyo y tiene abogados de esos que usted ve a cada rato en redes y en televisión. No ponga mi teléfono porque yo no puedo ayudar ahí. De malas», asegura el padre José de Roncallo, quien es quizás el exorcista más reconocido de Colombia.
De la sorpresa, los usuarios pasaron a un tibio mal genio. Rabia e indignación están descartados pues, recordemos, ya no tienen alma.
«Esta mañana me fui a cepillar los dientes y no me vi. Pensé que era por el guayabo jurásico con el que me paré, y, además, sin gafas. Pero no. Fue porque ayer me devolví de la despedida de soltero en Uber y mire las consecuencias», asegura Everardo*, comisionista de bolsa. Por su parte, Guillermo*, joven bogotano de 20 años, estudiante de finanzas comenta lacónico: «Me jodieron la vida, hermano. Yo siempre quise trabajar en Bancolombia, fue mi sueño desde pelado, ahora ya no puedo, ¿qué alma voy a poner? Será manejar Uber o ser defensa de Millonarios».
*Nombres cambiados por petición de las fuentes.