Revuelo en la comunidad académica ha causado un paper publicado esta semana por la revista Hair and Science, con el cual científicos de la Universidad de Lovaina pretenden demostrar la relación entre el clásico look facial y la predisposición a “meter la pata”.
El estudio, liderado por el célebre Dr. Mazzimo Barbieri, afirma que la excesiva densidad de folículos pilosos por centímetro cuadrado en el labio superior –incubados por periodos de más de cinco años- sumado al cuidado diario con cremas y jabones suavizantes, desatan “sutiles baches químicos” que pasan de nariz a la corteza pre frontal, parte del cerebro encargada de la toma de decisiones. Ello, aseveran, genera una sutil descompensación neuronal que lleva al sujeto a “embarrarla” más que las personas lampiñas, o que suelen afeitarse esa zona de manera regular.
Las conclusiones fueron obtenidas de una muestra de 200 bigotudos, en su mayoría hombres, sometidos a pruebas de laboratorio, ejercicios de procesamiento de datos y evaluaciones de entorno de menor y mayor complejidad. El grado de pifia de los sujetos fue, en palabras de sus autores, alarmante.
A raíz del informe, el Dr. Barbieri, en entrevista a la BBC, utilizó ejemplos concretos para reiterar la asertividad de su tesis: “Nietchze, loco. Freddie Mercury, muerto… ¿nunca se ha preguntado por qué a Sam Bigotes, enemigo de Bug Bunny, todo le sale mal? Warner Brothers sabe de lo que hablo”, indicó.
Así mismo, hizo un llamado a población en situación de hipsteridad -incipiente y crónica- para que no cayera en tan peligrosa tendencia.
Entretanto, El Dr. Eliodoro Bello, profesor de la facultad de química de la Universidad San Martín y discípulo de Barbieri, le confirmó a AP que debacles como la del general Palomino, del Ex presidente de la Confederación de Futbol, Luis Bedoya, o el presentador de Miss Universo, Steve Harvey guardan un estrecho vínculo con sus bigotes. En estos personajes, explica, ello no ha sido circunstancial, sino crítico al momento de echar por la borda sus carreras.
Finalmente, destacó la creciente tendencia de los futbolistas colombianos a abandonar ese estilo que, en su opinión, acabó con las ilusiones del país en 1990 y 1994.
“Bien afeitados, habríamos sido campeones mundiales”, sentenció.