“Los niños pueden escoger entre ser los jefes de un ‘gancho’, o un ‘sayayín’ (persona a cargo de la seguridad del ‘gancho’). También pueden ser un ejecutivo que durante la semana es presidente de una compañía y el fin de semana va al ‘Bronxito’ a consumir ‘’chamberlain’ (alcohol industrial con saborizante), aunque claramente el que le damos a los niños solo contiene jugo de tomate de árbol. También pueden elegir ser el policía que trabaja para los ‘ganchos’ y que en vez de investigar va a que le paguen su soborno; o incluso el periodista que una vez desalojan el ‘Bronxito’ pone cara de aterrado como si fuera una situación nueva y desconocida. En fin, en términos generales esta es la nueva atracción de Divercity, que como siempre sigue innovando para ser una ciudad a escala donde los niños y niñas pueden jugar a desempeñar una gran diversidad de roles que en la vida real desempeñan los adultos”.
Con estas palabras, Diego Saavedra, el gerente comercial de Divercity definió la reciente novedad del parque temático que, en todo caso, ha despertado críticas y angustias entre los padres de familia que habitualmente llevan a sus niños. Federico García, padre de Mateo (de 8 años), aseguró que el pasado puente festivo llevó al menor el sábado al ‘Bronxito’ y que solo fue posible convencerlo de salir de ahí el lunes. “Me dijo que él era un ‘sayayín’ y que alias ‘Bebote’, jefe de ‘gancho Rugrats’ le había ordenado vigilar 72 horas seguidas porque se les había infiltrado un ‘sapo’. Además, llegó con dolor de estómago porque el jugo de tomate de árbol es más ácido que el alcohol industrial mismo”.
Pese a las quejas, Saavedra afirmó que en las primeras semanas de haber abierto el ‘Bronxito’ la afluencia de menores a Divercity aumentó considerablemente, aunque “en el momento en que hacemos el simulacro de desalojo hemos tenido problemas porque algunos niños salen corriendo y se meten a otros locales del Centro Comercial Santa Fe (donde Divecity tiene su sede). No es nada grave, pero se acuestan a dormir debajo de los escaparates o encima de las góndolas, sobretodo en las que tienen medias y ropa interior en descuento. Pero por lo demás ha sido un éxito”.
A los ‘diverciudadanos’, como se les conoce a los niños que asisten a Divercity, se les entrega un dinero de mentiras para que lo inviertan a su manera y según el rol que adoptan al entrar al lugar. Por eso, en la siguiente etapa de esta atracción, el parque temático planea instalar en el ‘Bronxito’ unas máquinas tragamonedas, “para motivar a los niños a que le pidan parte del dinero a otros niños y para esto tengan que inventar historias cada vez más complejas, y así despertar en ellos el interés por contar historias. La narración oral es parte de nuestra cultura y qué mejor que los menores hagan parte del compromiso de mantenerla viva”.