Un hecho sin precedente conocido en la historia de la movilidad del país tuvo lugar esta mañana cuando una camioneta Toyota Fortuner negra de vidrios ídem y ocupantes portando gafas ídem -pero de marco grueso- ingresó a un parqueadero ubicado en inmediaciones del parque de la 93 en Bogotá.
«Nosotros nos timbramos mucho, creímos que era un atraco, o que venían a ‘levantar’ a alguien porque esos carros de duros nunca, pero nunca habían entrado, yo ahí mismo activé lo que es el botón de pánico, como está en el protocolo», afirma Jaír Torres, cajero y administrador.
«Con el del lavacarros quedamos ‘gringos’, oiga, ‘gringos’ cuando se fueron ubicando en el puesto que quedaba, y nos dio fue pánico cuando se acercaron por la tarjeta, Yo ya estaba pegado del destornillador que tengo para cuando algún cliente me bravea, pero no, la recibieron y salieron, muy raro, ¿oiga?».
Asegura Torres que hora y media después regresó una avanzada, y que alcanzó a departir con ellos. «Claro que les pregunté, yo soy de los que no le gusta acostarse intrigado y menos en cuaresma, y ellos me dijeron que en su gremio también había modas y roscas y esas cosas y que ellos eran escoltas ‘misters’ (sic) que querían hacer justo todo eso a lo que no le jala la mayoría, uno de ellos dijo que eso de parquear en la calle donde está prohibido y mejor si es donde arma trancón ‘era demasiado meistri (sic)’, yo me hice como el que le entendía».
«Ahí estábamos en la buena, tirando caja, porque resultaron buenas gentes, luego la cosa se calentó cuando llegó el protegido y yo le cobré, y el verraco ese no entendía, porque nunca había pagado ni un parqueadero ni nada, y casi se me hace él el gringo, menos mal uno de los escoltas le prestó porque usted entiende, luego al que joden es a mí».