Cuando se pensaba que la próxima visita del papa Francisco a Colombia sería un oasis en medio de la polarización política que vive el país, una filtración del Vaticano frustró dicho anhelo.
Se trata de una misiva enviada por Álvaro Uribe en nombre de su partido, el Centro Democrático, al papa emérito, Benedicto XVI, para que visite la nación a partir del próximo 6 de septiembre, es decir, de manera simultánea con su sucesor.
En el texto se le recuerda y se le aplaude al expontífice el que este «no se dejó seducir por los cantos de sirena del castrochavismo». Uribe sugiere que para los colombianos católicos de bien, «que van a misa, rezan el rosario, comen carne y cumplen con el sagrado deber de odiar un poco cada mañana al socialismo», él sigue siendo el líder de la iglesia católica, «duélale a quien le duela».
La epístola, dirigida al «Doctor Papa Benedicto», dice además que «el auge del perdón, de la reconciliación, de la verdad y de la compasión con las víctimas son artimañas del Adversario, son señales inequívocas del inminente advenimiento del Anticristo».
Y es enfática en que «Colombia hoy más que nunca necesita de la presencia en su suelo de un Papa que tenga línea directa con el Dios combatiente, el Dios vengador, implacable, patrono del monocultivo, ojalá de palma; del libre comercio y los combustibles fósiles. En fin, el añorado general de cuatro soles de los ejércitos anticomunistas hoy suplantado en la tierra por un triste comandante de frente, por un lobo con traje de oveja».
Aunque fuentes de la entraña vaticana ven poco probable la aceptación de la misma, en caso de que esta se produzca la agenda llevaría a Ratzinger por Manizales, La Dorada, Montería, Popayán y el centro histórico de Cartagena, único punto en el que podría coincidir con su par argentino. «Porque si viene pues tooocaaaa llevarlo a Cartagena», como afirmaron fuentes de ambos comités organizadores.