Publicado el por en Bogotá, Judicial.

Debido al escándalo desatado por la contestación de la secretaría de gobierno de Bogotá en el marco del caso de Rosa Elvira Cely a partir de la cual se concluye que esta mujer, salvajemente violada y asesinada por Javier Velasco,  fue culpable de su propia muerte, en la alcaldía se han prendido las alarmas para evitar otros posibles impasses de este calibre.

En este sentido, Actualidad Panamericana conoció que una de las primeras acciones consistió en cancelar una nueva edición de El Diario de Ana Frank, la cual llevaría como titulo: «Quien la Manda. El diario de Ana Frank». Edición comentada por un grupo de académicos, juristas y filósofos coordinados por la misma jurista que redactó el polémico texto y en la que que exploran hasta qué punto habría sido culpable la joven Ana de su fatal destino en manos de los Nazis.

«La realidad ya no puede verse en blanco y negro» asegura Franz Thomas, funcionario de la secretaría de educación. «Si algo nos ha enseñado la historia de Colombia es que hasta los victimarios tienen su corazoncito, sus sueños y anhelos; y es justo que desde la academia estudiemos de manera rigurosa hasta donde las víctimas han obligado a los victimarios a cometer los actos de los que hoy se les acusa. No obstante, entendemos que la sensibilidad colectiva propia de este momento nos impide llevar el asunto al debate público».

El libro, al parecer, ya tenía asegurada su distribución como una guía de ruta para el sistema legislativo y las autoridades de policía de Colombia que desde hace décadas han venido funcionando bajo la doctrina del «quién le manda». Basta recordar las veces en que desde altas instancias se ha planteado que si a alguien le roban el celular es por sacarlo en la calle, si le rompen el vidrio del carro es porque llevaba objetos de valor a la vista, si lo secuestran es porque seguramente andaba dando boleta, si le echan ácido en la cara es porque algo habría hecho y, en el caso de Rosa Elvira, si la violaron y asesinaron es porque salió a la calle acompañada de dos compañeros de trabajo.

«Qué horrible caso de censura» asegura Thomas, «Ahora no vamos a poder publicar este libro al cual le hemos estado trabajando durante meses, si usted me pregunta quienes son las víctimas en este caso, sin duda le puedo decir que somos nosotros».

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