Ya está todo listo para la llegada del avión con las primeras vacunas contra la Covid19 enviadas al país por la multinacional farmacéutica Pfizer.
Dada la importancia del evento, la subsecretaría de protocolo de la Casa de Nariño ha dispuesto de una pequeña pero significativa ceremonia en la que se destaca la orden de «disparar 21 pepazos al aire duélale a quién le duela hijueputa (sic)» en el instante en el que las autoridades sanitarias colombianas abran la primera caja para constatar que se trata de la ansiada encomienda tras recorrer la calle de honor a cargo de los pingüinos de BonIce.
La disposición que probablemente generará controversia cumple con la ley 876 aprobada en la pasada legislatura que obliga a actualizar «a los nuevos tiempos» el protocolo oficial. En lo concerniente a los 21 cañonazos, ritual que hacía parte de este tipo de ceremonias desde el siglo XVIII, se decidió que nada más acorde con nuestra realidad sociocultural que el disparar al aire como señal de regocijo. Se dispuso también que «la primera dosis sea arrojada al suelo ‘para las almas’. La tarea de actualización estuvo a cargo, vía contratación directa, del Centro de Estudios la Vida Contemporánea «Pedro Juan Moreno» de la Universidad Sergio Arboleda.
Tras lo dispuesto por el protocolo, la caja será embarcada directamente a una avioneta con rumbo a Montería donde se hará la ceremonia de primera inoculación a un anciano criador de caballos residente en una finca de dicho municipio que ganó el derecho a la primera vacuna en un sorteo vigilado por Etesa (en liquidación) previa calibración de las ruedas Fichet.
Por último, el Ministerio de Salud aclaró que «de ninguna manera es cierta» la versión según la cual los contratistas responsables de la refrigeración y la distribución hayan adquirido el derecho a inyectarse ‘un 10 por ciento de cada dósis’.