Comienza la velada inaugural de la quincuagésima novena edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, Ficci. El director Rubén Mendoza habla para presentar su última película, Niña errante, y alguien que sabe para dónde va la cosa comienza a grabar.
Después de los acostumbrados agradecimientos comienza la diatriba contra el gobierno Duque. Los presentes se preguntan en voz baja: ¿Qué hace el viejo Rubén leyendo la lista de Twitter de Petro? pero la buena redacción del texto desmiente pronto el rumor. Hidroituango, el cianuro, el fiscal, las empresas culturales, el cine, el feminismo, Venezuela y dieciocho ríos, se exaltan en el discurso de Mendoza, arrancando aplausos entre los presentes, como cualquier río en Colombia arranca caseríos al desbordarse.
La delegación del Centro Democrático se marcha con su economía naranja entre las piernas, concediéndole al director la razón. Algún tercer asistente de cámara grita extasiado: ¡Esto es el cine parce!
El discurso acaba hasta con la película de la que poco se habla después. Luego, varios empresarios abordan al director, «Te ofrezco una residencia artística para que hagas más discursos» le dice a Mendoza un agente de ventas francés, «y yo un estímulo automático» complementa una inversionista estatal. «¿Quieres incursionar en mi iglesia? » pregunta el Pastor Arrazola, “¿Quién lo creyera? una pieza de Mendoza con principio, nudo y desenlace» aplaude un crítico y colega nacional, y un sudoroso líder político con saco de lana virgen. le propone a Mendoza encabezar la lista para el Movimiento Alternativo Zurdo Objetivo Radical Cooperativo Animalista, MAZORCA. El resto del auditorio se va a lo que mejor sabe hacer: emborracharse.