Una creativa solución encontró Manuel Orjuela, de 30 años y consumidor habitual de marihuana, para evadir los controles policiales y el decomiso de su dosis personal.
«Estábamos pegándola con unos amigos y hablando de que en estos días iban a empezar con la esculcadera para llevarse lo que con tanto trabajo uno consigue y ahí fue que se me prendió el bombillo», explicó Orjuela. «En plena traba pensé: ‘¿y es que tú crees que van a esculcar a todo el mundo? no seas güevón’. ¡Y claro! Me fui para un Arturo Calle con mis ahorros a comprarme un traje de pingüino».
Seguimos durante toda la mañana a Manuel, quien caminó tranquilamente al lado de varios operativos policiales. En ninguno de ellos fue incomodado por la policía.
Luego fuimos más allá. Le dijimos a Manuel que pidiera ser requisado. Los agentes se negaron y le dijeron «tranquilo, doctor, no hay necesidad». Debido al éxito de su idea, Manuel dice que la comparte «en la buena» pero pide a los que la vayan a aplicar «no boletearse para no volver a calentar el parche».
Al preguntarle a los representantes de la fuerza pública cuál era el criterio para elegir a quienes debían ser requisados, dijeron que ciertos objetos permiten detectar a los consumidores mejor que un perro antinarcóticos: «Es positivo para requisa todo ciudadano que lleve tatuajes, camiseta de Bob Marley, bufanda tipo palestino o instrumentos musicales de cualquier tipo. Si el sospechoso viaja en bicicleta despacio y parece disfrutarlo demasiado, también será requisado».