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La editorial Horder’s Publishing de Johanesburgo acaba de sacar al mercado internacional un libro con mandalas hechos por el difunto líder suráfricano, Nelson Mandela.

Se trata de 250 motivos que Mandela elaboró -para después colorear él mismo- durante los 27 años que permaneció privado de la libertad. Según se puede leer en la presentación, el también premio Nobel de paz se interesó por estas representaciones simbólicas espirituales por lo similar de su nombre con su apellido, mas no porque tuvieran relación con algún tipo de búsqueda o necesidad de sentido trascendente por parte del icónico personaje que lideró la lucha contra el apartheid.

‘Quiero que quede claro: colorear los mandalas no le traía ningún tipo de paz o respiro espiritual a mi abuelo. Tampoco sentido ni conexión con lo oculto o diálogo con su niño interior, nada de eso. Eso es basura. A él lo que lo hizo mejor persona fue su compromiso inquebrantable con su causa, no unos colores y unos trazos. A él le gustaban por lo del nombre y porque le parecían bonitos una vez los terminaba, también porque le recordaban sus días felices en su jardín infantil donde los ponían a colorear mucho’, aseguró a Reuters su nieta Jennifer Mandela.

Esta versión se contradice un poco, pero no del todo, con una que dio Mandela en una entrevista a la revista People en 1999: «te voy a contar algo -le dice a la periodista- ¿ves esa caja? Sí, la de arriba en el estante, la que dice, en castellano, Pris-ma-co-lor. Bueno, esa simple cajita, que contiene colores, puedo decir que fue mi salvavidas durante mi tiempo tras las rejas. Con esos colores coloreaba unos mandalas ¿oyes? mandalas, mandelas, mándalas, mándelas (Risas) que me quedaban muy bonitos y me permitían mantener en alto mi ánimo y mi autoestima. Vivo muy agradecido con una seguidora colombiana, Gloria Gaitán, que en 1989 me visitó en la prisión de Víctor Verster y me la regaló ‘para que tuviera alguito que hacer por las tardes y no me pusiera solo a echar globos'».

El texto de presentación cierra con una divertida anécdota a cargo de quien fuera su abogado, sir William Rommels: ‘cada vez que Nelson me decía que estaba cansado por el trato que le daban las dos guardianas asignadas para su vigilancia, yo lograba sacarle una sonrisa y romper con la tensión del momento mirando los mandalas que tenía pegados en su celda para después preguntarle: ¿estás cansado, Nelson? Pues demándalas y ambos nos uníamos en una sola carcajada revitalizante y esperanzadora’.

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