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La procesión de jueves santo del barrio El Gólgota de la capital de la república este año contó con un inusual suceso por cuenta de un padre de familia agobiado por la vagancia de su hijo de 33 años que se resiste a hacer una vida propia por fuera del hogar paterno.

Jose Luis Nazareno, el padre, decidió tomar medidas drásticas en la madrugada del jueves cuando su hijo Salvador departía con sus amigos en el huerto de su casa.

Al salir el sol y oir el canto de los gallos, don Jose Luis tomó a su hijo aún adormecido por los efectos del vino en cartón, lo amarró a una cruz y cinturón en mano hizo que su hijo entrara a la procesión del barrio que tenía lugar en ese momento.

Al finalizar la procesión, el energúmeno padre procedió a izar a su hijo amarrado en la cruz, quien se quejaba de sed. Un taxista le puso en la boca una esponja bañada en Vive100, mientras que unos policías del barrio se rifaban sus zapatos jugando a los dados.

La madre del joven adulto se apiadó de su hijo y lo llevó a «La Cueva», un bar del populoso sector en el que departían. Cuando al final del día sus amigas fueron a buscarlo, los vigilantes del bar les manifestaron que no debían buscar entre los ebrios a quien está sobrio.

Si bien a esta hora se desconoce el paradero de Salvador y su madre y amigos se preguntan por su paradero, a Don Jose Luis se le hizo el «Milagro» de sacar a su hijo del hogar.

 

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