“Atendiendo a las nuevas realidades y en razón de su compromiso porque el español sea una lengua dinámica, viva, vibrante”, la Real Academia de la Lengua informó hoy que el término “derecho” será definitivamente excluido del diccionario y, en consecuencia, su condición en el habla cotidiana será la de anacronismo a partir de enero de 2017.
“Es algo unánime, apabullante. Mire usted nada más cuando adquiere un plan de televisión, internet y telefonía. Usted ya no tiene derecho a nada, ni siquiera a decidir a qué horas van a instalárselo, solo goza de beneficios. Igual con las personas que están sub júdice, sobre todo en países en vía de desarrollo”, explicó Samuel de la Cozcuera, miembro de número de la Real Academia. “Ni hablar de un pobre usuario de un sistema público de salud en estos mismos lugares”.
El académico fue enfático en que, “como dice mi nieta, eso de decir que la gente tiene derechos es, la cito a ella, ‘taaaaan siglo XVIII’. Tal vez algunos nostálgicos del pasado así lo quisiéramos, que nuestros connacionales tuvieran un mínimo de derechos para subsistir en un marco de dignidad, pero la realidad nos muestra otra cosa y es nuestro deber interpretar los signos lingüísticos de los tiempos”.
La decisión fue bien recibida tanto en el sector público, como en el privado y sobre todo de América Latina. “Ya no hablamos de ciudadanos sino de usuarios, en esa medida es un oximorón hablar de un usuario con derechos. No. Los usuarios tienen beneficios siempre y cuando se bajen del bus, es decir, estén al día en sus pagos, punto”, aseguró Felipe Jaramillo-Brummer de la consultora Brilliant Disruptive Millienial Kids SAS.
“Usted hoy por hoy solo tiene derecho a comer callado y a aguantar que las empresas y el estado trapeen el piso con usted. La verdad me parece que llega tarde la decisión de la academia, hubieran leído la ley 100 colombiana cuando se expidió en 1993 y ahí mismo metían el cambio, fijo”, aseguró Joaquín Torres, abogado constitucionalista, profesor de la Universidad Nacional.
Lo dispuesto por la Academia es, a su vez, un paso más en el propósito de las Naciones Unidas por darle una nueva denominación a la Declaración universal de los derechos humanos, la cual tiene previsto a corto plazo rebautizar como “Declaración universal de los beneficios del hombre”.