Días de confusión se viven actualmente en el hogar del senador del Polo Democrático Jorge Robledo. Cada vez es mayor la inquietud por sus nuevas compañías sin que el parlamentario colabore para aclararlo.
«Se la pasa de correrías, ya poco para acá. Si acaso para lavar ropa y ver si han llegado recibos del gran capital transnacional que nos usurpó las empresas de servicios públicos. Cuando le preguntamos que con quién cambia de tema. Se la pasa sonriendo y el otro día dijo que sí a algo, sentimos que ya no es él», asegura una fuente de la entraña de su domicilio.
Donde más se le extraña es en el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, Moir, su cuna política. No ha vuelto a sus tradicionales tertulias de los jueves sin explicar el motivo de la ausencia. Ha sido de tal nivel su actitud evasiva que entre sus camaradas empieza a tomar vuelo la versión de una infidelidad de corte burgúes-capitalista.
Y es que para muchos conocedores de la intimidad de Robledo, justificar su nueva amistad con quien por años ha sido visto como el niño mimado del empresariado antioqueño es una tarea titánica cuya probabilidad de éxito no supera el .003%.
«Le preguntan y le preguntan pero no afloja. Cambia de tema, nos pide mirar el aguacero que está cayendo o prende el televisor y agarra a subirle el volumen. Él en el fondo sabe que aquí somos muy abiertos, tolerantes, incluyentes, pero eso es una cosa y aceptar que alguno se meta con un burgués o, pero, un pequeñoburgués es otra cosa».